Por Yurela Isabel Beraun Lizarraga agosto 07, 2023

Hace largo tiempo que las fiestas patrias se convirtieron en una misa. Una a la que asistimos para sentirnos bien con nosotros mismos. Todos los días ser patriota sería una infeliz condena: un instante de dos días al año es suficiente. 

Pienso en esto mientras llego al quiosco a comprar -después de tiempo- el olor de páginas que acompañaron mis vírgenes años de opinión política. Coincide ser un 28 de julio el día que decido volver a escribir lo que pienso. Me toca confesarte lector, que por tres años también falté a misa y a mis ideas para intentar ser feliz cual indolente esclavo, pero fracasada he regresado. No hay más náusea que la actual crisis política para motivarnos a megafonear nuestras voces. 

Kiosko en el parque el Arco de Lurín. | Foto: Yurela Beraun

Para que estés más atento. Encontrarás líneas abajo -camuflados- extractos de la primera estrofa de nuestro himno nacional aprendida por 96 promociones. Y además, por si te quedaste dormido en plena misa -suele pasar- verás lo que fue la edición de este 2023.

Con los periódicos extendidos sobre el escritorio, pienso en la mañana en que mi madre me pide que la lleve a la marcha del 19J, en la previa a las fiestas. Cuando a los ojos me dice “vamos, hija” supe que se hartó de rodar como una noria. Reclamar desde casa con cacerolas está bien, más no puedes hacer lo mismo durante 57 años, que la serenidad sino se vuelve locura. Al llegar a casa tras marchar, siento ganas de ir a la misa a comulgar: la cultura de la indiferencia ha perdido un peón. 

Marcha del 19 de julio | Foto: Yurela Beraun

Sepa usted lector que los ritos y cantos iniciales son los que introducen la celebración de una misa. Para tal caso, tuvimos un julio cargado de guirnaldas blanquirrojas adornado comercios, escarapelas de tela o metal sobre obligados pechos, o mi favorita, ilusos escolares en paso desfile o disfraz de parihuanas. Mi rito inicial -descubro mientras paso las hojas- comenzó desde que desperté temprano un 28 de julio con la idea de salir a comprar periódicos, y me pregunto ahora ¿por qué periódicos? 

Uno de los signos más distintivos de la publicación periodística durante estas dos fechas, sin duda debería ser presentar una edición especial por el cumpleaños patrio, creo que cualquier coleccionista de portadas esperaría lo mismo. Pero mi expectativa, una vez en el quiosco, se desvaneció. Ya hace décadas que las ediciones conmemorativas han cedido su imprenta a un patriotismo que arrastra cadenas. 

Fuente: Portadas de principales periódicos (28 y 29 de julio de 2023)

Ya siendo 28 de julio, la misa inicia con la entrada y el saludo al altar del monseñor consciencia. A partir de ese momento, es una necesidad pensar en el país, una moda de dos días. Y este acto de presión social es llevado a cabo por los medios de comunicación, quienes con vítores imponen su programación especial por televisión, radio, medios digitales, adornados de conveniente nacionalismo. Influenciados por esto, los peruanos acudimos a la prensa para ver un rato cómo está el país, esperando decepcionarse como cada año, pero como misa que es, tocará pedir perdón o echarle la culpa al prójimo, fingir las paces cruzando dedos y trazar metas para el siguiente año. Tenemos práctica como para sacar un Doctorado.

En el año 1921, centenario de nuestra Independencia, la revista semanal Variedades, allá cuando la prensa dedicaba hasta 170 páginas de edición especial al aniversario patrio, bajo la tinta del trujillano José Alcántara La Torre, se ilustró en portada una caricatura política con un mensaje ajeno a la redención. San Martín con burlona sonrisa, coloca su mano sobre el hombro de una joven mujer -la Madre Patria- y se dirige al Primer ministro de ese año, Germán Leguía y Martínez: “DESPEDIDA. He encontrado flaca y pálida a la chica: les recomiendo los tónicos para ver si en el Centenario siguiente la encuentro más rozagante!” Seguro lector usted conmigo lamentó hace dos misas no llenar de orgullo a San Martín, y ahora espera que el dichoso tónico funcione para el año 2121. Una verdadera independencia es la que guste a nuestro libertador.

Fuente de archivo: Center for Research Libraries 

El acto de penitencia es lo más esperado por nuestros padres de la patria. Son conscientes que la misa de Te Deum, osea sus penitentes flagelos nivel Isabel Flores de Oliva, es transmitido a nivel nacional. En mi familia la costumbre es reunirse desde el desayuno y ver todo el espectáculo televisado. Y en esta edición del 2023, hubo dos hechos que llamaron la atención. 

Primero ver a Nano y Waldemar cuchichear bajo la palabra de Dios, un poco más allá los campantes “mocha sueldos”, también los niños siguen siendo niños, y vemos, una vez más, el reflejo del fracaso político en el Perú. Pero no lo aceptamos. Y tampoco lo aceptó el arzobispo de Lima Carlos Castillo. Demostró no estar ahí para liberar de pecado a Dina Boluarte y Alberto Otárola, ni mucho menos a los 130 portadores de la medalla congresal. Entiendo en sus palabras finales que la cruel servidumbre a la que hemos vivimos condenados, se acabará cuando inventemos la forma de convivir como peruanos, trabajando por el bien común. 

Fuente: Ilustración de contraportada (El Otorongo – Perú 21) 

Y el llamado a la realidad que le piden a Dina regresa cuando sale de la Catedral. Manifestantes para unos, vándalos para otros, o elegantemente llamados azuzadores de provincia, la prensa no puede evitar cubrir su presencia. En paralelo, metros más lejos, la mandataria marcha hasta el Congreso. Esa calle que le pide que renuncie y adelante elecciones es el 80% de la población. Mientras la veo ingresar al palacio legislativo, lo primero que escribo en mi borrador es: 

“La primera mujer presidenta del Perú ingresa al hemiciclo del Parlamento vestida de blanco -cuya paz que no puede dar de boca, la intenta con sus vestiduras-, llega a rendir cuenta a los mismos con quienes se alió para quedarse hasta el 2026. Indignados, la voluntad del pueblo mira situar en el podio a quien llegó al poder con la sierra ganadora, pero gobierna con los tres veces perdedores. ¿Quién es el verdadero perdedor?” 

Nadie esperó una liturgia de 3 horas y 7 minutos. Si bien esta etapa serviría para situar y meditar la situación política, económica y social del país, en 72 páginas fueron ignorados muchos puntos. No asume responsabilidades, culpa en boomerang al Gobierno anterior. Y para acaparar su discurso, pide perdón a los deudos. [Ovación congresal]. Está claro: matar no es un pecado cuando el asesino es el Estado. Pero la impunidad continúa, no hay una sola persona removida del cargo, separada, suspendida de funciones o siquiera algo, nada de nada. Si existen los fantasmas, gélidos “¡justicia!” se oyen en las costas de los impunes. Los muertos no olvidan cuando ella cantó “Falsía” en abril del año pasado. Falsas eran entonces sus palabras. 

Fuente: Latina TV | Foto: Yurela Beraun

Dina cita con orgullo el próximo bicentenario de 2024 por el aniversario de la Batalla de Ayacucho y Junín. Aquellas tierras en las que arrebató la vida a 3 menores de edad o dejó sin madre a huérfanos inocentes. Entre sus fechas favoritas a recordar, menciona el 10 de enero cuando su mano derecha, el Congreso, le da la confianza. Ni media mención sobre los hechos un día antes, 9 de enero, que dejaron 18 fallecidos. ¿Estar a disposición de las investigaciones? En las carpetas fiscales no se deja de acusar a infinitos “LQRR” (Los que resulten responsables). Las familias necesitan nombres y apellidos, no quieren pasar al olvido como sus padres. Su sed de justicia vive aún en cruel servidumbre las heridas del terrorismo. 

Estar más de tres horas escuchando aburridas liturgias, hace que notes tu alrededor. En esta misa todos los presentes hemos tenido la culpa. Electores y elegidos. Todos reunidos en solemne misa. No hay más que darle la razón a Shakespeare, “el infierno está vacío, todos los demonios están aquí”. 

El momento de la homilía, donde buscamos explicar lo escuchado, llega de nuestra propia voz consciente, esa que activamos al ingresar a misa y esperamos lucir nuestro intelecto. Es más probable que el peruano que sí se acordó de flamear la bandera en el techo de su hogar -digno ritual de misa- se pregunte incrédulo algunos detalles. Les comparto los míos.

Foto: Gabriela Coloma, para Inforegión

Con la nueva Policía del Orden, el tren de Aragua encontró hogar en nuestra ineptitud política. ¿Acaso no es bajo el amparo del “restablecimiento del orden público” (Decreto Legislativo N° 1095, 2010) que policías y militares asesinaron en diciembre, enero y febrero a manifestantes, transeúntes y menores de edad? ¿no es ése el orden que justifica hasta hoy la masacre cometida? ¿de qué otro órden habla? La Policía del Pensamiento de Orwell no está tan lejos como parece.

Hoy somos parte de una comunidad internacional en donde estamos aislados. Seguimos distanciados con México (mayo) y Colombia (febrero), tras la infantil declaración como personas no gratas a sus mandatarios, firmado por Dina Boluarte. Ahora que asumimos la presidencia de la Alianza del Pacífico, ¿daremos el ejemplo y buscaremos las paces?, ¿continuaremos siendo hostiles al sistema interamericano de Derechos Humanos? Si tal como afirma en su mensaje quiere convertir a la Alianza en un determinante actor internacional, que empiece por aceptar la jurisdicción de la CIDH y su informe final: masacre extrajudicial; igual lo han manifestado delegaciones extranjeras que estuvieron en contra de los excesos del Gobierno. 

Si en el discurso más importante de su carrera política se olvidó que es mujer, no esperemos más. Se reclama cada vez que puede la primera mujer Presidenta, pero si la política de género o de igualdad no se menciona, es porque no existe. Con una conservadora ministra de la mujer, no se podría esperar menos. Mientras Dina llega a casa y se quita orgullosa la banda para descansar, otra mujer a kilómetros de Lima, se quita el mandil de profesora para ponerse el mandil de cocina, esperando esta vez no le escupan la comida. ¿La humillada cerviz agachó? 

La epíclesis de esta misa blanquirroja se lleva sin duda la veneración a nuestra “lograda” Independencia. No hay otro símbolo material más referente que la Constitución del 1993 para ser elevada en lo alto a vista de sus más de 33 millones de fieles. Esta carta magna lleva 30 años rigiéndonos bajo leyes que supone nos ponen en igual de condiciones a todos. Mientras nos arrodillamos y agachamos la cabeza seguro muchos recuerdan que no es así. Y es que si vivimos en un país donde se turnan expresiones como: “métele bala webón” (de discriminación social), “regresa a tu chacra”, “mantel de chifa”, “Vándalos asaltan Lima”, “Puno no es el Perú” (a discriminación institucional), lo que gozamos es de desigualdad. 

Foto: EFE

Hace un año, el 83% de peruanos reconocía la máxima desigualdad en el acceso a la justicia (Encuesta Nacional de Percepción de Desigualdades), luego de las manifestaciones de diciembre, enero y febrero, calificadas como una “masacre” de ejecuciones extrajudiciales por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) -cuyo informe final fue ninguneado por nuestra primera mujer presidenta del Perú- es seguro que hoy el porcentaje de desigualdad haya elevado crestas. 

Una “ficción” es la igualdad que proclamó Don José de San Martín en 1821. Esta no llegó ni con la abolición del tributo indígena -porque de indio a campesino no es igualdad ¿cierto?-. Hoy la desigualdad sigue en cartelera.

La eucaristía es el sacramento de la paz. Todos hacen fila y comulgan de la forma más original: la mayoría dedica su 29 julio a ver durante cinco horas la Parada y Desfile Cívico Militar, desde sus casas o en la Av. Brasil. Durante esta extensa demostración de patrimonio cultural y militar, los corazones de los atrevidos vibran y laten de “orgullo”. Puede ser una de las pocas veces en nuestra vida en la que recordamos nuestra historia. La paz de los corazones, de las familias, de los pueblos, es el don de la patria resucitada. Cada quien elige cómo comulgar patria.

En mi caso, me anima hacer fila bajo la ondeante bandera de Aida Aroni. Un Perú que no se rinde ante la represión social y hasta la estatal, que a pesar de las desgracias con valentía enfrenta a sus opresores, y aunque no le llegue justicia inmediata, confía en que llegará de una u otra forma. Aquellos que han vivido la desigualdad, lo entienden perfectamente y hacemos fila detrás suyo. 

Fuente de archivo: Sputnik Mundo

Los ritos de despedida están cargados de vacías bendiciones y buenos deseos para la próxima misa. Salimos de ella habiendo conseguido nuestro objetivo, como si su única función fuera suscitar en quienes participan buenos sentimientos, ¿fue Poncio Pilatos responsable de la muerte de Jesús? ¿Jesús es igual a patria? Recordemos lo que dijo Jesús: “he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo” (Mt 28,20). El aniversario de nuestra Independencia siempre estará ahí, esperándonos.

La situación del país es grave. Y ya que con facilidad señalamos como culpables de todo a los de arriba, también vale preguntarse ¿podemos hacer algo abajo? 

En 1842, Justo Figuerola, Presidente Interino del Perú, le pide a su hija que arroje la banda presidencial por el balcón, harto. Bajo su casa, el pueblo le pedía a gritos su renuncia. En nuestro caso, ya que no nos dejarán llegar hasta el balcón, necesitamos más personas en las calles para que ella nos escuche. Hasta Merino lo hizo -con dos muertos-. Llevamos 66 muertos y nada. Dina Boluarte no es la única que piensa que Puno no es el Perú. Ya decía Jesús: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia -o por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo-, porque de ellos es el reino de los cielos”. La clase conservadora estoy segura se lo sabe de memoria.

Más allá de todo, sólo necesitamos ponerle fin a la resignación. Todos somos responsables. Los de arriba están porque nosotros los pusimos arriba. Solucionemos nuestros errores entonces, sólo nos falta exigir más, es posible conseguir más. No vivamos resignados a migajas. Exigir lo que se debe y no lo que se puede. Hoy usted puede comenzar exigiendo al cobrador su boleto. 

Mi decisión no ha cambiado. Seguiré escribiendo lo que pienso. Lo tomo a usted lector como testigo. 

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Sobre Yurela Isabel Beraun Lizarraga

Soy una aprendiz infinita con más de 20 años de experiencia. Individualista, no egoísta; idealista, no tonta. Amo el radioteatro y dibujar fábulas. Fan de Tyrion Lannister, Amy Winehouse y Manuel Scorza. Pienso demasiado, pero no me arrepiento. Sigo el mejor consejo que me dieron: detente a oler las flores. Cuando tenga 37 años, quiero cantar «Ahora que…» de Joaquín Sabina sin mentirme a mí misma.

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