
Legendario, complejo, irrepetible. Grace es uno de los álbumes más emotivos que se han hecho en la historia del rock, siendo una fluida mezcla de géneros. Desde el rock tradicional, baladas y hasta grunge, esta es una obra maestra capaz de deleitar cualquier oído que tenga el privilegio de escucharla.
Tanto fue el impacto de este álbum en la música del siglo XX, que el mismísimo David Bowie lo eligió como uno de los 10 discos que se llevaría a una isla desierta.
Jeff Buckley fue un músico y compositor estadounidense que, a pesar de haber tenido una carrera musical corta, su influencia se ha mantenido en la industria musical, inspirando a artistas como Thom Yorke de Radiohead, Anna Calvi, Lana Del Rey, Adele, Matt Bellamy de Muse, entre otros.
Saltó a la fama a principios de 1990 después de una serie de covers en el bar Sin-é, en Manhattan. Pero no sería hasta 1994 que lanzó su álbum debut, Grace. Al inicio, el disco no tuvo el éxito esperado en su país, pero sí lo hizo en Europa y Australia. Buckley solo pudo gozarlo durante tres años más, pues murió ahogado a los 30 años, mientras nadaba en el río Wolf, en Mississippi.
Desde su fallecimiento, se han compartido múltiples lanzamientos póstumos como Sketches for My Sweetheart the Drunk (1998) y Songs to No One (2002), álbumes con demos a medias y la visión musical de Buckley.
La psicóloga Elizabeth Margulis afirma que escuchar una canción on repeat es un intento inconsciente de prolongar una emoción o entender una que resulta confusa. Esto me pasó con Lover, You Should’ve Come Over, una de las gemas de Grace, montaña rusa de emociones que no termino de reconocer, ya que es capaz de hacerme llorar al recordar la primera vez que me rompieron el corazón o pensar en cómo se sintieron (y sienten) mis abuelas al no tener a sus amados con vida.
Con una voz suave, pausada y desgarradora, Buckley es capaz de mostrarnos la esencia del amor y la soledad al mismo tiempo. Frases como “mi reino por un beso sobre su hombro” y “toda mi sangre por la dulzura de su sonrisa” crearon en mí la necesidad de escuchar la canción una y otra vez.
En los primeros versos, la balada se presenta como un duelo fúnebre, gracias al órgano Hammond, que además de llevarnos a misa por unos segundos, añade profundidad y textura a la pieza musical. Es una lástima que alguien tan apasionado y talentoso haya tenido un desenlace tan cruel.
Aunque Buckley no reveló el origen de la canción, muchos afirman que la escribió tras su ruptura con la cantante Rebecca Moore. En un concierto en Italia, dijo: “Escribí esta canción mientras estaba acostado, esperando que el teléfono de mi apartamento sonara… Pero ella nunca llamó”.
Jeff Buckley será recordado como un amigo y mientras su voz se siga escuchando, su música nunca se acabará.

Sobre Alessandra Quiñones
Estudiante de Comunicación y Publicidad. Amante del cine, el R&B y los makis. Ser curiosa me impulsa a aprender cosas nuevas y salir de mi zona de confort. De niña quería ser como Hannah Montana; de grande, quiero ser como David Fincher.