Mercedes Aráoz llegó a la segunda puerta de la pastelería San Antonio en Miraflores, con sonrisa esbozada y paso tranquilo, como quien ha dejado de adentrarse en la frondosa selva política.
Al verla, se dispararon flashbacks en nuestras cabezas: un buen manejo de la economía durante el segundo gobierno de Alan García (2009); una compleja segunda vicepresidencia durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y estadía en el Congreso (2016); y un controvertido respaldo al Congreso luego de ser disuelto por Martín Vizcarra (2019). Esto último desembocó en su juramentación como presidenta interina del Perú.
Todas estas páginas forman parte del libro de su carrera política. Un libro que está cerrado, pero que aún tiene páginas en blanco. Aráoz es profesora universitaria y segura llevar una vida más tranquila. Sin embargo, ahí estábamos, en el cruce de la avenida Angamos con Tudela y Varela, frente la protagonista de uno de los momentos más resonantes de la política en los últimos años.
Cómo consideras que está la economía peruana actualmente. ¿Está sobreregulada?
En el caso peruano, ha habido un incremento en las regulaciones y un aumento de las barreras burocráticas, lo que en inglés se conoce como red tape. Esto se debe, en parte, a que muchos funcionarios temen las acciones de la Contraloría o la Fiscalía y han optado por protegerse con una sobrerregulación progresiva. No hay duda de que es necesario regular ciertos sectores, especialmente aquellos donde los servicios públicos son brindados por privados. Para ello existen organismos de control, pues algunos servicios presentan características de monopolios naturales. Sin embargo, lo que realmente debemos fomentar es la iniciativa privada y facilitar su crecimiento. Actualmente, el énfasis está en la microempresa, pero sin permitirle desarrollarse. El desafío es dar un salto cualitativo hacia la pequeña y mediana empresa, ya que la estructura productiva del país se compone mayormente de microempresas, junto con un número reducido pero importante de grandes empresas que aportan significativamente en impuestos. Sin embargo, el segmento de empresas medianas es prácticamente inexistente, y esto impide la consolidación de una clase media empresarial. Como resultado, el Perú mantiene altos niveles de informalidad y no logra reducir la pobreza de manera sostenida.
¿Qué opinas del actual ministro de economía?
José Arista es un amigo a quien conocí cuando era viceministro de Hacienda. En ese cargo, mostró preocupación por mantener la disciplina fiscal. Lamentablemente, este es el segundo año consecutivo en que se incumple la Regla Fiscal, lo que refleja un debilitamiento del MEF. Esto puede deberse, en parte, a la falta de poder del Ejecutivo, que no cuenta con una bancada propia ni con capacidad de negociación efectiva. En lugar de establecer reglas claras, este gobierno parece seguir una lógica clientelista para conseguir votos en el Congreso. Esto ha permitido decisiones perjudiciales para el desarrollo del país, como la situación de Petroperú y el aumento del déficit fiscal. Además, la gestión de Arista se ha enfocado únicamente en la recaudación de impuestos sin promover la inversión.
¿Cómo percibes la ola liberal que viene con Donal Trump en Estados Unidos y con Miley en Argentina?
La llamaría más bien una ola populista. No se trata de liberar el comercio, sino de evitar la imposición de aranceles elevados. Lo que se está planteando es subir los aranceles al 10 % para todos, luego un 10 % adicional y, en el caso de China, incrementarlos hasta un 60 %. Eso no es liberalismo, es proteccionismo. El liberalismo, en cambio, se basa en reglas claras. Nosotros fortalecimos el Banco Central, dotándolo de autonomía y capacidad de control fiscal y monetario. En ese sentido, creo que hicimos un buen trabajo. No me identifico con el populismo ni con el conservadurismo, mi enfoque es más liberal. Existe una gran confusión sobre lo que es el liberalismo. Un verdadero enfoque liberal cree en el mercado como mecanismo para asignar recursos de manera eficiente, con un Estado que acompaña, pero no interviene de forma proteccionista ni distorsiona las ventajas comparativas del país. Ahora bien, en algunos casos la intervención es necesaria. Provenimos de una realidad donde al menos el 40 % de la población recibía algún tipo de ayuda o subsidio del Estado, lo que refleja una clase media poco consolidada. En Estados Unidos ocurre algo similar: el crecimiento del empleo se ha dado más en el sector público que en el privado, lo cual es insostenible. La solución no es solo bajar impuestos, sino promover un desarrollo productivo y competitivo sin recurrir a sanciones comerciales injustificadas.
¿Qué efectos tuvo el cierre del Congreso?
En el ámbito político, el proceso de disolución del Congreso y posterior vacancia presidencial generó una crisis institucional sin precedentes. Asumí la presidencia de manera interina con plena responsabilidad ante un vacío constitucional. El Tribunal Constitucional de ese entonces avaló la disolución por una votación dividida (cuatro votos a favor y tres en contra), pero lo hizo porque el hecho ya estaba consumado. Posteriormente, se evidenció que esto abrió la puerta a un uso indiscriminado de la vacancia como herramienta de guerra política. Hoy seguimos atrapados en ese círculo vicioso: no se puede remover a los congresistas antes de un año, pero se plantea cerrar el Congreso. No podemos vivir en este juego permanente. Vizcarra traicionó a Pedro Pablo Kuczynski, le prometió lealtad y no la cumplió. Creo que Kuczynski debió investigar mejor su entorno antes de confiar en él.
¿Cuál es tu opinión sobre Martín Vizcarra?
Desde el primer intento de vacancia, quedó claro que Vizcarra jugaba en dos frentes. También confié en él y su deslealtad me sorprendió. Durante el gobierno, noté ciertos gestos y comentarios de resentimiento, pero jamás imaginé que estaba negociando con el fujimorismo y otros grupos para derrocar a Kuczynski. Cuando le preguntaron si renunciaría si Kuczynski lo hacía, evadió la respuesta y dejó abierta la posibilidad. Después de la renuncia de Kuczynski, intenté hablar con Vizcarra, pero siempre me esquivó. Aun así, me quedé en el gobierno para ayudar, como Kuczynski me lo pidió. Con el tiempo, quedó en evidencia su doble discurso. En una conferencia de prensa lo escuché mentir abiertamente sobre su relación con Odebrecht, cuando en privado me había contado una historia diferente.
¿Quién fue el peor presidente de la historia del Perú?
Creo que este [Vizcarra] es uno de los peores por lo menos, porque le hizo mucho daño a la política del país con su manejo irresponsable de las reformas políticas. Se propusieron buenas reformas, pero Vizcarra priorizó las que le convenía. Incluso después de haber impulsado la reforma del Senado, luego se opuso para acusar al Congreso de trampa. Cerró el Congreso y gobernó mediante decretos sin supervisión constitucional, lo que generó un grave daño institucional.
Respecto al cierre del Congreso, ¿no ha dudado nunca de la decisión que tomó de apoyar ese congreso?
Por supuesto que lo he pensado mucho, pero lo primero es dejar claro que se debe cumplir con la Constitución y la ley. Desde el inicio, tuve claro que no podía actuar fuera de ese marco. Lo que ocurrió aquel día fue inconstitucional. El acta fue firmada por un primer ministro que ni siquiera había juramentado, mientras que el primer ministro anterior no la suscribió. Además, la medida no contó con el voto del Consejo de Ministros, y más de la mitad de sus integrantes estaban en contra. Mi deber, al haber jurado cumplir la ley, era actuar dentro de sus límites. Me correspondía asumir el cargo por mandato constitucional. Ahora bien, si el presidente en ese momento hubiese dialogado con el Congreso, se habría podido encontrar una solución. Ya existían conversaciones y, quizás, se podría haber acordado un adelanto de elecciones generales, incluyendo a ese Congreso que no era el mejor. Creo que se pudo haber logrado una salida constitucional tanto para el Ejecutivo como para el Legislativo, permitiendo abrir nuevamente el camino a los ciudadanos en un nuevo escenario político.
¿Considera que esa decisión cambió la perspectiva hacia su carrera y su reputación?
Sí, pero hoy puedo decir que hice lo correcto. La gente me dice: «nos equivocamos», y eso es importante. Ahora escucho a personas, incluso amigos que no me apoyaron en su momento, reconocer que se equivocaron. Me dicen que nunca imaginaron la realidad detrás de lo que se veía en los medios, que fueron engañados por las imágenes difundidas y que no comprendieron lo difícil que fue aquella decisión para mí. Fue una decisión muy dura. Si algún día quiero ser presidenta, jamás lo haré por vías irregulares. No tengo intención de postularme ahora, ni estoy en ningún partido. Pero si en el futuro lo intentara, sería solo a través del voto popular, nunca mediante una trampa o una traición a la patria.
¿Tienes pensado ser presidenta del Perú?
Por ahora, he tomado la decisión de enfocarme en mi vida académica y en mi actividad privada, y estoy feliz con ello. ¿Descarto completamente la política? No lo sé. Quizás en diez años vuelva a considerarlo, pero hoy estoy totalmente decidida a dedicarme a lo que realmente me apasiona, donde siento que puedo aportar más que en una carrera política. Creo que hay algo fundamental que debemos cambiar: solemos elegir de manera personalista, cuando en realidad deberíamos enfocarnos en los equipos. El problema actual es que tenemos políticos sin una base sólida, con «vientres de alquiler» y sin un verdadero respaldo técnico. Lo ideal sería contar con equipos preparados para diseñar e implementar buenas políticas públicas y para negociar de manera efectiva. Antes, los partidos cumplían ese rol, formando cuadros para la gestión pública. Hoy, con 40 partidos en escena, esa estructura se ha perdido. No contamos con equipos sólidos, lo que hará que las próximas elecciones sean especialmente difíciles para el país.
Sobre Gonzalo Bedoya
Hago periodismo para retratar realidades, para contar las historias que los gestos esconden. Como dijo García Márquez, también creo que el deber revolucionario de un escritor es escribir bien.
Sobre Alvaro Benavente
Estudiante de Comunicación y Publicidad. Mis pasiones son el canto, la conservación del medio ambiente y el desarrollo personal.