Una mujer de anteojos grandes y redondos nos espera sentada. Un par de aretes de perlas adornan sus orejas y utiliza un suave maquillaje. Pareciera que la eternidad del cosmos mantuviera intactos su espíritu jovial y su piel inmaculada. No teme explayarse al hablar: mueve las manos, sonríe, bromea, cuenta anécdotas de tanto en tanto.
María Luisa Aguilar sabía desde los 16 años que la Astronomía era su vocación. Se graduó de la Universidad de Buenos Aires, en el año 1989, y regresó a Perú. En el retorno, se topó con una realidad nefasta: una sociedad machista, prejuiciosa y con un emergente terrorismo. Estaba embarazada del primero de sus tres hijos.
Yo también hice varios años de estudios de astrofísica, era muy inquieta escuchando. Y ¡Descubrí un asteroide! Allá las prácticas astronómicas eran de verdad. Con el telescopio de verdad fotografiábamos de verdad.
En nuestro país se le presentaron nuevos retos: impulsar en el país no solo una profesión inexistente, sino también la ciencia y la cultura en una universidad como San Marcos. Actualmente, como le dijo un colega checo: “quien quiera Astronomía, debe acercarse a ella”.
Su padre fue poeta, ¿cómo influyó él en usted? ¿Cómo fue la relación con su padre?
Mi papá ha sido un tipo de persona muy típica de su época: provinciano, familia intelectual de allá. Quería ser militar, pero también estudió educación, derecho… Era de la época del APRA antigua, entonces, su vida fue complicada, así que siempre decía que era raro encontrar un militar y poeta. Eso ayudó mucho en mi educación, por otro lado mi mamá era maestra, entonces había mucha lectura en la casa.
¿Cómo tomó su familia su decisión de estudiar Astronomía?
Muy tranquilos, no me hicieron problema. Yo fui una estudantita neta, mi padre me ponía al alcance la literatura. Yo he leído de todo, no hay nada que haya dejado de leer: franceses, japoneses, americanos, españoles. He leído así a Simone de Beauvoir, mi papá me regaló un libro de ella. Recuerdo también que me han hecho escuchar a los Beatles, un mundo abierto totalmente.
¿Cómo decide estudiar Astronomía? ¿Por qué elegir San Marcos?
El asunto es que yo terminé secundaria sabiendo que quería seguir astronomía, y en esa fecha no había astronomía en ninguna parte, pero en San Marcos había la carrera de matemática pura, había 2 cursos de astronomía. Averigüé, me presenté e ingresé a Matemática Pura para seguir estudiando astronomía. El segundo año ya yo sabía que yo nunca iba a poder ser astrónoma, así que me dediqué a buscar donde estudiar astronomía, tal es así que abandoné los estudios sin que supieran nada en la casa.
Me vinculé y se me ofrecieron Argentina, Japón y Estados Unidos, en esas fechas no había becas, Japón era imposible, Estados Unidos menos aún, Argentina en ese tiempo tenía buena situación económica. Viajé y me vino muy bien, me ayudo de mucho, yo en Argentina prácticamente me terminé de criar, era jovencita así que me vino magnífico.
¿Qué cambio en usted el viaje a Argentina? ¿Había otras estudiantes mujeres?
Llegué, me acuerdo, un 30 de marzo, y me entero de que había becas internas, así que me dediqué a estudiar mañana tarde y noche: lo único que conocía era la facultad y mi casa, otro camino no conocía porque no me dediqué a nada más. En julio gané una beca, recuerdo que en esa fecha para mantenerme necesitaba 2 mil pesos y tenía una habitación independiente, con baño independiente, muy buena pensión. Cuando yo fui solamente éramos 3 alumnos, 2 varones y yo, pero ya había astrónomas mujeres, por lo menos había 3 doctoras.
¿Cómo se sintió cuando se acercó por primera vez a un telescopio? ¿Fue este uno de los momentos más esperados por usted?
¡Fue emocionante! Cuando yo estudiaba me dediqué al observatorio en alma, corazón y vida, para mí no existía el resto del mundo [ríe]. Tuve mucha suerte, éramos pocos alumnos, muchas chicas, muchas profesoras mujeres. Tenía amigas que estudiaban ingenierías, doctorados de física. Yo también hice varios años de estudios de astrofísica, era muy inquieta escuchando. Y ¡Descubrí un asteroide! Allá las prácticas astronómicas eran de verdad. Con el telescopio de verdad fotografiábamos de verdad.
¿Como le gustaría que la recuerden?
Yo soy pragmática. A mí el cariño me lo dan ahora, no después. Tendría que ser muy creyente de la religión católica para saber que volveremos a nacer de las cenizas. A mí lo que me gusta es algo que yo cultivo como una profesión, es la historia de la evolución de las ideas, esa es mi investigación permanente, pero siguiendo como línea lo que conduce al poder. Tengo un alumno, un gran amigo al que le gusta Galileo que me dice que yo veo más cosas que ellos no ven, porque yo sigo el poder, cualquier sea el ámbito o a qué se dedique el personaje yo lo vinculo con el poder, por eso veo otras facetas que mis colegas a veces no ven.
Nota a pie: Esta entrevista fue publicada por corto tiempo en la web Barba Azul, sin embargo, se comparte acá con el consentimiento de una de las autoras y en memoria de la otra autora, fallecida en 2015.
Sobre Stephanie Carrera
Stephanie Carrera, bachiller de comunicación social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Trabaja como consultora en temas digitales.
Sobre Natalí Estrada
Comunicadora social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Interesada en el mundo de la moda y comunicación organizacional.