Por Gonzalo Alonso Bedoya Ramírez julio 22, 2023

Luego del escándalo ocurrido con la presidenta Dina Boluarte y el 55% de plagio detectado en un libro en el que ella era coautora, la crisis moral en el Perú atraviesa por otro complicado episodio de plagio que se suma a bochornosos casos como los de Pedro Castillo, Lilia Paredes y César Acuña. En esta situación, es importante darle un vistazo al panorama en general para comprender qué nos está pasando como sociedad.
No seré yo quien ponga en duda las habilidades mentales de la presidenta, pero, sí seré yo quien se cuestione, ¿acaso cabe tanta inocencia en el mundo como para colocar cuatro párrafos idénticos a los de la web de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México y esperar que nadie se dé cuenta? Sinceramente, yo me siento decepcionado. He visto a escolares realizar mejores y, de lejos, más impecables delitos en contra de la propiedad intelectual.

Este es el caso más resonado por tratarse de nada más y nada menos que de la actual presidenta del Perú. Sin embargo, basta con remontarse a algunos años, cuando el siempre feliz porque logró su felicidad, César Acuña, tuvo la osadía de copiar un libro entero y, luego, en un despliegue magistral de sus sinapsis cerebrales, hizo gala de su prodigiosa capacidad de verbo al proclamar con exquisita sofisticación: “No es plagio, es copia”.
Asimismo, el expresidente Castillo -quien también ha sabido engalanar su retórica para deleitar nuestros sentidos con frases que escapan del entendimiento humano-, fue descubierto luego de que el 54% de su tesis magisterial haya sido detectado como plagio por el Turnitin. Misma que realizó en compañía de su esposa, Lilia Paredes. Esto según una investigación realizada en el programa Panorama.


La cosa no termina aquí, puesto que, lamentablemente, tenemos casos como para escoger. En un reportaje elaborado por Cuarto Poder, se reveló un escándalo relacionado a la congresista de Fuerza Popular, Tania Ramírez. Para quien no la conozca, en un resumen breve de su vida podemos mencionar que; en el año 2015, fue atrapada saliendo de Metro con productos robados valorizados en 207 soles en total; en el año 2021, fue captada tratando de acceder amablemente a la vivienda de su padre con nada más que con una comba, según La República; en el año 2022, fue criticada por grabar TikToks en el Congreso y; en el presente año, se peleó con Juliana Oxenford. Retomando el tema, la multifacética militante de la bancada fujimorista habría plagiado dos tesis según el dominical de América Televisión. Ambas, de la misma universidad que le concedió la tesis a Pedro Castillo y le pertenece al pintoresco César Acuña, la César Vallejo.

No podemos terminar este recuento sin mencionar el polémico caso de Betssy Chávez, la ex primera ministra -detenida hace unos meses por tener conocimiento del inteligentísimo intento de autogolpe de Estado que dio Pedro Castillo a fines del año pasado-, quien cuenta con un 49% de coincidencia con otros textos en su tesis realizada para obtener el título de abogada en la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann, según Panorama. Ante esto, la ex titular de la cartera de Trabajo respondió mediante redes sociales, diciendo que los medios “deben esforzarse más”.

La crisis moral
La crisis moral en el Perú está presente desde hace varios años y, lejos de juzgarte únicamente a ti, peligroso ladrón de caramandungas en Plaza Vea, trasciende muchos escenarios. En realidad, trasciende a todos los escenarios, por lo que sí sería bueno que dejes esas malas prácticas.
Pero, retomando la seriedad de un asunto que merece atención, ¿cómo es posible que tengamos tantos casos de plagio en políticos? O, peor aún, que todos estos casos estén relacionados a personas que han actuado en contra de la ética y moral de un país que se cae a pedazos. No sé muy bien hasta qué punto podemos llegar como sociedad en relación a este tema.

Nos quejamos diariamente de los policías, pero somos los primeros en esconder un billete de diez o -dependiendo de la gestión financiera de cada persona- cincuenta soles, cada vez que incumplimos una norma de tránsito. Lamentablemente, los peruanos tenemos tan normalizado el buscar el camino fácil y sacarle la vuelta a la ley, que no tenemos cara para quejarnos cuando nos vemos afectados por nuestra misma filosofía.

Esto no es, para nada, una justificación para todos aquellos funcionarios públicos que contribuyen en esta crisis. Esto es un vistazo general de lo que está ocurriendo y cómo es que gran parte de la población está contaminada por el mismo mal. Sin ir muy lejos, la prensa atraviesa una crisis de credibilidad que está estrictamente ligada a errores cometidos por los hombres y mujeres de prensa. Esto se debe a que los periodistas tienen -o deberían tener- un pacto infranqueable con la verdad, y muchos simplemente pasan de él.
Es preocupante, pero nadie es ajeno al problema, aunque casi todos lo aparenten. Continuamos en un círculo del que difícilmente saldremos si no aprendemos a mirar la paja en nuestros propios ojos. Hay que hacer una pausa en nuestro día a día y entender qué estamos haciendo mal.

La cruda realidad
Lamentablemente, en un mundo que avanza tan rápido, el tiempo para reflexionar y cuestionarse cosas, es un lujo al que la mayoría no tiene acceso. Para una señora de sesenta años que se levanta con el frío de la madrugada, se baña con una jarra luego de haber hervido agua -si es que tuviese dinero para comprársela a la cisterna-, sale a trabajar a las cinco de la mañana en una esquina vendiendo comida, almuerza apresurada sin un horario fijo y se acuesta a las once de la noche para repetir la misma rutina de lunes a sábado -y, aun así, vivir en la incertidumbre de si le alcanzará para cubrir sus deudas de fin de mes-, es muy difícil darse un respiro e intentar interpretar lo que sucede a su alrededor.

Entonces, ¿en dónde podemos encontrar soluciones? La respuesta puede ser desalentadora, pero no tajante. La clave está en, desde nuestro lugar como peruanos, demostrar que hemos aprendido de nuestro pasado y que no estamos dispuestos a seguir soportando los mismos males con los que cargamos desde hace años. Asimismo, es necesario formar a las futuras generaciones con valores y contarles la historia con la menor cantidad de sesgos posibles, para que sean ellos quienes tomen sus propias decisiones y no basen las mismas en el odio o resentimiento.
Con todo esto, y rezando unos cuantos padres nuestros, existe la posibilidad de disminuir las brechas entre peruanos, mejorar como personas y, rezando un par de padres nuestros más, recuperar los valores que hemos perdido como país.

Nuestro circo favorito
No podemos cerrar todo lo anteriormente mencionado sin darle un espacio a cómo es que esta crisis afecta al futuro de nuestra política. A partir de aquí la cosa se pone aún menos esperanzadora, por lo que, terminando, llamaré a Cueva para tomarnos unas chelas con un pingüino adentro.

El panorama es cuanto menos aterrador si lo planteamos desde que las elecciones están cada vez más cerca y ningún candidato se escapa de la crisis ética y moral. Por un lado, Keiko, ahora sin Mark Vito -quien se ha convertido en una especie de Capitán América de Gamarra-, afila sus propuestas con la mira puesta en otra panetónica derrota.
En la vereda de al frente, la bestie de Pedro Castillo, Verónika Mendoza, se encuentra por Europa afirmando a viva voz que en el Perú vivimos una dictadura cívico-militar. Además, dice que Dina es un títere -y cito- de las fuerzas mediáticas, policiales y oligarcas empresariales que boicotearon el gobierno de Pedro Castillo.

Detrás de ellas, encontramos candidatos como al padre de la idea: “se puede ser amigo de cualquiera, mientras te convenga está bien”, Hernando de Soto (por cierto, Ghersi y Ghibellini le mandan saludos a su madre); además de, si es decidiera dejar la alcaldía de Lima en un all in, al hombre que considera a la impresentable de Rosa Bartra como la mejor congresista en la historia de la República y actual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga (no me meteré con su paleolítica, homofóbica, machista y cuadriculada manera de pensar, yo respeto).
Estos fueron, por mencionar a algunos, los intérpretes de las funciones estelares en nuestro circo; sin embargo, ¿qué tienen en común todos ellos? Sencillo, ninguno cumple -aunque sus seguidores piensen lo contrario- con los estándares mínimos y razonables para alzarse con la presidencia. Este es el punto de encuentro con lo que decía párrafos arriba, el problema contamina a la sociedad y nadie se salva. Por fortuna, o por desgracia, queda en manos de nosotros construir un Perú mejor.

En conclusión, la serie de casos de plagio que involucran a destacadas figuras políticas en el Perú refleja una profunda crisis moral en la sociedad. Estos actos de falta de ética y respeto hacia la propiedad intelectual plantean interrogantes sobre la integridad y la responsabilidad de quienes ocupan cargos de liderazgo. Para superar esta situación, es fundamental fomentar una cultura de honestidad, transparencia y respeto por los derechos intelectuales, tanto en el ámbito político como en el conjunto de la sociedad. Además, es esencial promover la educación en valores y la formación ética desde temprana edad, con el objetivo de cultivar una ciudadanía comprometida con principios éticos sólidos y capaz de construir un futuro más íntegro y próspero para el país.
Antes que el eco de mi culpa resuene, prefiero aceptar mi responsabilidad en silencio, así que pásenme por el Turnitin, por favor.

GLOSARIO
•Pantetónica: Sobrehumana habilidad para perder contra cualquier persona u objeto que se tenga por delante.
•Descanso neuronal: Abstenerse de realizar alguna(s) acción(es) nomenclaturada(s) popularmente como trabajo, tarea o responsabilidad; excusándose en un agotamiento de las corporas nervorum. En buen cristiano, huevear.
•Nomenclaturada: No pude comprobar que esa palabra exista, pero suena bien.

*El autor de este artículo plagió descaradamente en sus dos primeras oraciones a las Naciones Unidas, escribió su último párrafo con ChatGPT, se citó a sí mismo y también ha robado caramandungas en Plaza Vea.

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Sobre Gonzalo Alonso Bedoya Ramírez

Hago periodismo para retratar realidades, para contar las historias que los gestos esconden. Como dijo García Márquez, también creo que el deber revolucionario de un escritor es escribir bien.

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