Por Carla Nomberto agosto 17, 2024

Hay días en los que lloro sin motivo aparente, sin ganas razonables de hacerlo. A veces, incluso siendo la persona más feliz del mundo, las lágrimas simplemente brotan. No tengo deseos de hablar con nadie, mi apetito es inestable —como muy poco o demasiado— y no logro descansar bien en las noches. A menudo no entiendo mis propias conductas.

Siento que todos me juzgan. En muchas ocasiones, creí que la gente estaba en mi contra y, aunque he trabajado en ello, sigo reprimiendo cómo me siento cuando estoy mal.

Créeme, es horrible vivir así, tanto para uno mismo como para la familia, pues no siempre sabe cómo ayudarte o reaccionar.

Si en algún momento pudieran entrar en la mente de una persona con ansiedad, entenderían que no es que no quieran salir de sus pensamientos, es que no pueden. De hecho, es lo que uno más desea, pero la mente genera miles de mensajes negativos al día y crea un ciclo del que parece imposible escapar.

Una característica fundamental de quienes vivimos con ansiedad es la necesidad de controlar todo. Pero la vida está llena de incertidumbre. Entonces, no poder manejar lo desconocido es una de las armas más poderosas de la ansiedad, pues nuestra mente crea los peores escenarios posibles. Imagina vivir 24/7 con esos pensamientos.

El trastorno de ansiedad no es simplemente «nervios» o «preocupaciones». Es una condición debilitante que afecta, según la Organización Mundial de la Salud, a más de 264 millones de personas en todo el mundo.

En mi caso, todo comenzó a los 13 años durante mi revisión anual en el policlínico. Le expliqué a mi doctora que sentía irritabilidad, insomnio, soledad, pánico escénico y miedo a relacionarme con las personas.

Tras un examen psicológico, me diagnosticaron ansiedad aguda. Fui remitida al departamento de psiquiatría del Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen para tratamiento.

Cuando llegué al hospital, el doctor me hizo una serie de preguntas: «¿crees que si te internas te sentirías mejor?»

“Sí, quiero alejarme de todos, no me siento bien conmigo misma”, respondí, delante de mi madre. Muchas veces había pensado ponerle fin a mi vida, algo que ella desconocía hasta ese momento.

Por mi “bienestar” me quedé solo una semana en el hospital, aceptando un falso optimismo.

Fueron días difíciles. Fui incapaz de hacer cosas que ahora disfruto, como leer y dibujar.

Escribía poemas como este: «El silencio blanco de las paredes del hospital acechaba cada rincón de mi mente. Soy prisionera del agobio de mis pensamientos, del miedo desbordado, de las manos negras que salen por debajo de mis sábanas. Me pierdo en el vértigo de la realidad o mis alucinaciones, adentrándome en un laberinto sin salida».

Ya en casa, me senté a escribir para expresar lo que llevaba dentro.

La lucha es constante

El 27 de mayo de este año tuve una crisis fuerte en mi habitación. La ansiedad se apoderó de mí por completo.

Intentaba respirar, pero cada intento fallido solo aumentaba mi llanto. Mi cuerpo temblaba tanto que caí al suelo, sin fuerzas para levantarme. Me sentía agotada.

Mareos sin motivo, dolor en el pecho pese a un corazón sano, la sensación de quedarme sin aire, de ahogarme sin tener problemas respiratorios, el insomnio a pesar de mis intentos por gestionarlo, el cansancio a pesar de no haber hecho nada, las horas en las que me ahogaba en llanto.

A veces quería salir a cenar o viajar, pero esos eventos se volvían incómodos porque en algún momento me iba, huía. Repetía situaciones en mi cabeza una y otra vez, cuestionándome todo. Aunque viva en aparente paz y sin factores estresantes, me preocupo por todo y todo el día.

En mi mente, una frase se repite continuamente: “siento que ya no puedo más”.

Y las preguntas que me hago cada día es: “¿Cuándo se irá esto? ¿Cuándo acabará la ansiedad en mi vida? ¿Algún día se irá?”.

Esto solo lo entienden quienes tienen un trastorno de ansiedad.

No es fácil hablar sobre el tema en una sociedad que aún lucha por comprenderla. Sin embargo, mi experiencia me ha enseñado la importancia de generar conciencia y abordar el tema de forma constructiva.

He descubierto que la ansiedad puede ser una maestra invaluable.

Por ejemplo, durante una presentación de canto hace un año y medio, el pánico me paralizó al inicio, pero al enfrentar esa situación, descubrí una fortaleza interior que desconocía.

He aprendido que puedo superar desafíos difíciles. La ansiedad confronta mis miedos, me ayuda a apreciar mis fortalezas y mejorar mis debilidades. Me hace evolucionar hacia una versión más fuerte y sabia de mí misma.

Mis pensamientos negativos siguen estando ahí y no hay forma de sacarlos de mi cabeza, pero si me enfoco en el presente puedo lograr un cambio radical.

En tres años de terapia cognitivo-conductual he aprendido a identificar y manejar mis emociones de manera efectiva con mi psicóloga. Aceptarla y aprender a gestionarla eficazmente no significa rendirse.

La ansiedad no me define.

¿Qué me define? Mi pasión por escribir y publicar un libro, mi determinación de ir al gimnasio y la fuerza que encuentro en cada logro diario, por más pequeño que parezca.

Soy más que mis miedos. Soy mis metas, mis sueños y mi capacidad de superarme.

¿Por qué publico esta columna? ¿De verdad estoy segura de compartir mi historia?

Me lo han preguntado mi psicóloga, amigos e incluso el profesor y editor de esta plataforma.

La razón es simple: me gustaría que los trastornos de ansiedad no se subestimen.

Vivir con ansiedad ha sido una de las peores experiencias de mi vida. Cinco años de lucha para salir adelante.

Pero sé que todo depende de mí, de la energía que invierto y mi decisión de ser la protagonista de mi propia historia. No hay nadie más importante en mi vida que yo.

También necesitamos a los demás, obvio. En esta lucha ayuda mucho el apoyo, la comprensión y evitar los juicios. Nos ayuda una mano en el hombro que nos brinde calma en momentos de crisis.

Aunque sé que existen mitos y prejuicios, no tengo miedo de contar mi historia.

La ansiedad no me define.

 

*Créditos de la imagen: Heinz Hajek-Halke/ Collection Michael Ruetz/ Agentur Focus Centre Pompidou, MNAM-CCI/Georges Meguerditchian/Dist. GrandPalaisRmn / 
**Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente las opiniones o puntos de vista de la Universidad Científica del Sur, sus directivos, empleados o afiliados. La Universidad Científica del Sur no se hace responsable de la veracidad, integridad o exactitud de los datos y opiniones presentados en este artículo. Cualquier acción tomada basada en la información contenida en esta columna es bajo el propio riesgo del lector.
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Sobre Carla Nomberto

Estudiante de la carrera de Comunicación y Publicidad. Me gusta conocer y aprender cada parte por más pequeña que sea. En mis tiempos libres leo, escribo y escucho música de instrumentos para relajarme.

Comentarios
  1. Vilma Dunayevich dice:

    Muy interesante cada día es un aprendizaje 😃

  2. Melbi Candela Candela dice:

    Muy buena reflexión que servirá para miles de jóvenes para enfrentar la ansiedad con mucha fortaleza y saber que solo depende de cada persona
    Felicitaciones Carlita se que lograrás todo lo que te propones.sigue adelante con fe y sin miedo

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