Hay guitarras de colección colgadas en la pared, discos de The Beatles, cuadros de fotos y un piano en la sala de estar. Es la esencia de Pedro Suárez-Vértiz (1969-2023), rockero peruano que marcó historia con sus canciones, pero no estamos en su casa, sino en la de Tomás Suárez-Vértiz, su hijo. Tiene 20 años, cursa el quinto ciclo de la carrera de Comunicaciones y sigue los pasos de su padre. De hecho, ya cuenta con tres canciones: “Me recuerdas a alguien”, “Incondicional” y “Presente”. El piano es su compañero desde pequeño y hoy lo usa para componer. La entrevista ocurrió una tarde de mayo, poco antes de que viaje a Moquegua para presentarse junto a otros artistas.

He visto en redes sociales que vas a tocar en Milán. Cuéntame más.
Siendo muy realistas y transparentes, la verdad es que a la gente le gusta bastante escuchar, principalmente, la música de Pedro, y se entiende perfectamente. Estoy muy feliz de representarlo de alguna manera, de representar su música tanto aquí en Perú como en el extranjero. El concierto en Milán será el primer concierto internacional que tendré en esta carrera tan temprana. No se tratará de una imitación de Pedro, sino de su propio hijo que busca ser músico y cantar sus propias canciones.

¿Cómo aprendiste a tocar el piano?
Nunca he llevado clases de piano, he sido autodidacta. Tampoco es que sea Mozart, pero lo utilizo como recurso de composición. Tengo músicos con los que trabajo en el estudio para recibir sugerencias y arreglos musicales. Toco lo más básico en piano para guiarme en la composición, crear una melodía y luego escribir la lírica de la canción.

¿En algún momento piensas dejar el piano por la guitarra?
Por ahora me enfoco únicamente en el piano. La guitarra es mi «enemiga», coloquialmente, pero en algún momento será muy importante que aprenda a tocarla, o, mejor dicho, que la domine, para presentarme en el escenario con ella, ya que es mucho más fácil moverse en el escenario con una guitarra que con un piano.

¿Qué es lo último que has escuchado sobre música y te ha gustado?
Fue una reunión de Líbido, una de las bandas más comerciales en la historia del rock peruano. . No conocía mucho la banda por un tema de edad, pero empecé a escucharla y me encantó. Luego, vi sus entrevistas y mencionaban mucho a Nirvana y Radiohead. Entonces, comencé a escuchar Nirvana y Radiohead y descubrí que me gustaba el metal, el new metal, el hard rock, todo eso. Quizá no es lo más comercial hoy en día, pero siempre veo la industria musical como un triángulo: en un lado tienes que ver lo que te da de comer; el segundo lado, lo que a la gente le gusta escuchar; y el tercer lado, lo que es comercial en la industria en general.

Puede ser difícil encontrar un punto medio sobre lo comercial y lo que te gusta.
Claro, pero ese tipo de género musical me ha estado ayudando, y a partir de ello, surgieron oportunidades para abrir los conciertos de estas bandas. Escuché su música en vivo y fue increíble. Así escuché más a Amén, Afrodisiaco y Mar de Copas. Todas estas bandas me han apoyado desde el inicio de mi carrera. Las tengo muy presentes en mi corazón porque han contribuido a que mi nombre empiece a destacar en la industria.

Entonces, Libido fue una pequeña motivación para que te dediques al rock.
Sí, en verdad, Libido y Amén que hacen un rock un poco más pesado. Todos sabemos que mi papá es rockero, pero el fue un artista de pop rock, no hace rock puro. En su repertorio hay dos o tres temas de rock puro, como “Tambaleando”, el más icónico de su primer disco, (No Existen) Técnicas Para Olvidar. Pero si escuchas “Un Vino, Una Cerveza”, “Me Estoy Enamorando”, “Y Es Que Sucede Así” y todos esos hits poderosos, son pop rock.

Eso marca una diferencia entre lo que escuchabas en casa y lo que decidiste para ti.
Me inclino un poco más hacia el rock pesado. Sin embargo, siempre respeto lo que mencioné antes: el triángulo de la industria. Lo comercial, lo que vendo hoy en día, me permite vivir de la música. Al fin y al cabo, quiero que la música me acompañe profesionalmente por el resto de mi vida.

Alejándome un poco del artista musical, ¿por qué estudias Comunicaciones y no una carrera musical?
Es una muy buena pregunta que nunca me han hecho. Estudio Comunicaciones porque mi papá, mi hermana y mi hermano también estudiaron esta carrera. En realidad, no sabía qué estudiar, pero también elegí esta carrera porque me explicaron en qué consistía, especialmente mi papá. En mi orientación vocacional del colegio, el resultado fue gastronomía, imagínate.

Las orientaciones vocacionales sorprenden más de lo que ayudan.
Exacto. Lo cierto es que Comunicaciones abarca muchas áreas artísticas, como la fotografía, lo audiovisual y el diseño digital. Entonces, creí que podría acercarme un poco más a la rama de audiovisuales. Quizá en el futuro me sirva para algún tipo de videoclip, corto o largometraje.

Encuentras arte en la rama audiovisual.
Sí. Ahora bien, no estoy en desacuerdo con las carreras de música, pero buscaba algo más general, más completo, que me permitiera explorar distintos ámbitos. Lo que realmente quiero es obtener un conocimiento más amplio del mundo, siempre desde el lado comunicador.

¿Cómo sobrellevas tus horarios y obligaciones académicas con tu carrera musical?
Asisto a clases de lunes a jueves en la mañana. El jueves suelo viajar a provincia y regreso los domingos a primera hora. Luego, el ciclo se repite. En las tardes tengo mis clases de canto, sesiones de composición y también hago mis tareas. Al menos una vez a la semana trato de ver a mi enamorada y, en general, hago un poco de todo. Ya tengo, más o menos, un cronograma estructurado. Siempre trato de dejar una noche a la semana para jugar pichanga con mis amigos, y todo eso.

¿Tú papá estaba de acuerdo con tu carrera musical?
Esa pregunta me gusta. En algún momento de la vida mi papá le comentó a mi mamá -cuando solamente existían María José y Salvador, mis dos hermanos mayores- que, al ser figura pública, no quería que se abrumaran con el medio. Así como tienes una gran fanaticada que te ama, siempre habrá gente que buscará señalar lo que no tienes. Entonces, no quería que nos sintiéramos agobiados por todo esto. Pero yo sí quería ser músico. Se lo comenté a mi papá y me dijo: “Ok, si es lo que realmente te gusta, te voy a llevar a ser músico”.

A propósito de tu papá: en una publicación comentó que tenía una gran colección de guitarras. ¿Al final quien se la quedó?
La tenemos nosotros. Es una colección de al menos 25 guitarras, y el 90 por ciento son guitarras clásicas, muy buenas, muy profesionales e icónicas. No solo porque fueron tocadas en ciertos conciertos, sino porque la guitarra, como instrumento, es icónica en sí misma. Las tenemos almacenadas en distintos depósitos, cada una en perfecto estado. También tenemos algunas guitarras colgadas en la casa, y las cuidamos bastante. Sí algún día domino la guitarra como domino el piano, sentiré la libertad de usar cualquiera de ellas con mucho cuidado y, ya me imagino, que el público reconocerá cada una de ellas.

¿Sientes que el público espera demasiado de ti por ser hijo de…?
Al inicio fue así, luego todo cambio. Y no lo digo yo, lo dice el público mismo. Estoy feliz con la reacción de la audiencia peruana porque demostré que podía interpretar las canciones de mi papá de una forma que suene como él, y es lo que la gente busca. Obviamente, no pretendo ser un imitador, ya que canto con mi tonalidad. Canto las canciones de mi papá en el escenario por respeto, por mi familia y, finalmente, por el Perú. Estoy muy feliz de seguir interpretando su música.

En una entrevista de Jaime Bayly, tu papá dijo que quería que sus cenizas se usen como abono para las plantas o árboles. ¿Se cumplió su deseo?
De momento, no hemos definido qué hacer porque su alma está aquí. Pero nos gustaría esparcirlas en el Parque El Olivar, específicamente en un árbol donde solía parar y componer canciones. O ponerlas junto a las cenizas de su mamá Rosita, mi abuela, o en alguno de los lugares especiales que tenemos y que significan mucho para nosotros, como distintas playas a las que íbamos, donde acampábamos.