Por María Fernanda Ramos octubre 12, 2024

Antes de que me diagnosticaran TDAH, mis días estaban llenos de confusión.

Olvidaba tareas importantes, perdía constantemente mis cosas y me sentía abrumada por las cosas más simples.

Una vez, en el colegio, no presté atención cuando dijeron que teníamos que presentar un trabajo. Un día antes, en el grupo de padres avisaron sobre no olvidar hacerlo y mi mamá me preguntó si lo había hecho. Claramente le dije que no sabía que había un trabajo. Sin saber mi diagnóstico, se molestó y me castigó sin salir a jugar con mis amigos.

Desde entonces, empecé a darme cuenta de que algo no estaba bien.

En el colegio, mantener la concentración era casi imposible. En clase podía prestar atención por un momento, pero a los 5 minutos me distraía y perdía el hilo de la explicación. Mi autoestima se vio afectada por las etiquetas de «floja» y «desorganizada».

El cambio comenzó a los 12 años, cuando mis padres buscaron ayuda profesional.

Recuerdo claramente la visita al psicólogo que me dio el diagnóstico. Mi mamá me llevó al consultorio sin que yo supiera la razón. Me hicieron un test y cuando me dieron los resultados, todo tuvo sentido.

Fue un alivio saber que mis problemas no eran simplemente una cuestión de falta de esfuerzo. Comencé a estudiar más sobre el TDAH y a comprender cómo funcionaba mi mente.

Los cuadernos fueron una de las primeras herramientas que adopté para anotar y planificar mis tareas. La terapia cognitivo-conductual fue esencial para aprender técnicas de manejo del tiempo y organización. Gracias a ello, poco a poco empecé a mejorar mi concentración y sigo aprendiendo nuevas técnicas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 8.8% de la población mundial vive con TDAH.

Hay tres tipos de TDAH: predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo e impulsivo, y combinado.

Según el sitio web “MenteAmente”, el combinado es el más grave porque se relaciona con la comorbilidad con otros trastornos mentales como la ansiedad y el consumo de sustancias. Se cree que puede parecer un desafío insuperable, pero desde mi experiencia, no es cierto.

El TDAH no define la capacidad de una persona para ser funcional.

Con el apoyo y las estrategias adecuadas, se puede llevar una vida productiva y satisfactoria. La clave está en encontrar y usar recursos que nos ayuden a manejar nuestros síntomas.

Los métodos para tratar el TDAH han demostrado ser efectivos. En mi caso, la terapia cognitivo-conductual ha sido muy útil para aprender a organizarme. La medicación adecuada también puede aumentar significativamente la concentración y disminuir la impulsividad.

He aprendido a usar una variedad de herramientas para mantenerme organizada y productiva. Actualmente, uso alarmas, recordatorios y el calendario para organizarme.

Ha sido difícil estar atenta en una clase más de 10 minutos, pero trabajo en ello.

Rayar o tocar objetos me ha ayudado, por ejemplo.

Es muy importante no tener distractores, como sonidos externos a la clase, ya que fácilmente me puedo distraer. Todas mis actividades deben ser así.

He escuchado a algunas personas decir que el TDAH es una barrera insuperable y que quienes padecen este trastorno no pueden alcanzar su máximo potencial.

Una vez comenté que tenía TDAH y un par de personas me molestaban diciendo que lo hacía por “moda” o que no voy a poder conseguir empleo. Crueles.

Esta visión es negativa y está llena de desinformación.

El TDAH no solo se puede manejar, sino que también puede convertirse en una ventaja con las adaptaciones adecuadas. El estigma y la falta de comprensión del TDAH pueden ser más dañinos que el trastorno en sí mismo, ya que reducen las oportunidades y la confianza de las personas que lo padecen.

En resumen, aunque el TDAH tiene sus complicaciones, no nos define ni nos limita. Es hora de cambiar la narrativa y reconocer que esto no es una sentencia de incapacidad: es una característica más de la diversidad humana.

A aquellos que se encuentran con dificultades similares, les recomiendo que no se den por vencidos. Busquen ayuda, prueben varios métodos y recuerden que el TDAH no limita su potencial.

 

*Descargo de responsabilidad:

Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente las opiniones o puntos de vista de la Universidad Científica del Sur, sus directivos, empleados o afiliados. La Universidad Científica del Sur no se hace responsable de la veracidad, integridad o exactitud de los datos y opiniones presentados en este artículo. Cualquier acción tomada basada en la información contenida en esta columna es bajo el propio riesgo del lector.

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Sobre María Fernanda Ramos

Estudiante de Comunicación y Publicidad. Apasionada por explorar y analizar sobre temas sociales actuales. En mis tiempos libres me gusta escuchar música y pasear un poco por internet.

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