Hace unos días estaba en llamada con el chico que me gusta. Entre risas, me propuso ver una serie juntos. Dije que sí sin pensarlo demasiado, hasta que escuché el título: «Al fondo hay sitio. La nueva temporada».
No era fan. Lo admito, puse los ojos en blanco. Me parecía una serie repetitiva, sin alma, una copia de sí misma. Pero lo vi sonreír mientras hablaba de los personajes, de cómo esas escenas despertaban su nostalgia y en ese momento algo en mí cambió.
Mientras veíamos un episodio, me dijo una frase que se me quedó grabada: “Pues, no hay tantas vueltas, me gusta, me trae nostalgia”.
Y tenía razón. La idea no era errónea. Después de todo, si a la gente realmente no le gustara, estos programas habrían desaparecido hace tiempo. Mi forma de mirarla fue la incorrecta: juzgaba desde la superioridad del “esto ya se hizo”, sin entender que el entretenimiento tiene un lado emocional.
Lo cierto es que la televisión peruana lleva años reciclando historias. Cada año, los canales apuestan por revivir fórmulas probadas, y el público, en su mayoría, las recibe con entusiasmo. Series como Luz de Luna, Al fondo hay sitio o incluso programas de competencia regresan una y otra vez con la excusa de la nostalgia o del rating. En redes sociales abundan las críticas: “ya no saben qué inventar”, “la televisión peruana está muerta”, “viven de repetir lo mismo”, se lee incluso en comentarios de espectadores del extranjero. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué dice eso sobre nosotros como audiencia?
El crítico cultural Fernando Vivas dijo alguna vez que “a veces se dice ‘esto no funciona’ sin antes haberlo probado, porque no hay voluntad de probar algo nuevo”. Y, de cierta forma, tiene razón: el miedo a experimentar limita tanto a los creadores como al público.
Pero también hay algo que esos comentarios no ven: el contexto emocional. ¿Y cuánto peso tiene eso de “lo repetido”?
Al fondo hay sitio lleva casi dos décadas de historia en la televisión peruana. Se estrenó en 2009, terminó en 2016 y regresó en 2022, acumulando más de 400 episodios solo desde su retorno. Su estreno más reciente alcanzó 19,3 puntos de rating y un 35,4 % de cuota de pantalla en Lima y otras ciudades.
Cuando una serie sobrevive tanto tiempo y sigue liderando el horario estelar, no hablamos solo de nostalgia: hablamos de un fenómeno cultural. Ver una serie repetida puede no ser un acto de conformismo, sino una forma de conexión.
Tal vez el público busca en esos personajes la estabilidad que la realidad no ofrece, y no se trata solo de repetir escenas, pues, muchas veces, estos programas se convierten en un punto de encuentro, un tema de conversación entre amigos, familiares y hasta desconocidos que comparten la misma pasión por lo que alguna vez los hizo reír o emocionarse.
Antes pensaba que lo repetitivo era ridículo, una señal de miedo al cambio y de comodidad creativa. Hoy reconozco, más bien, que hay algo profundamente humano en querer volver a lo que nos hizo sentir bien alguna vez.
Expresar un gusto no debería ser motivo de vergüenza. Lo sentí cuando el chico que me gusta me dijo que escuchó comentarios del tipo “¿cómo puedes ver eso?” o “esa serie no tiene nada bueno”. Ninguna crítica racional cambia el hecho de que disfrutar un programa puede ser, simplemente, un placer saludable.
Por supuesto, eso no significa que la televisión peruana esté libre de responsabilidad. Falta arriesgar, apostar por nuevos guiones, voces jóvenes y representaciones más diversas. Pero también debemos aceptar que las pantallas reflejan lo que somos como audiencia. La industria ofrece lo que el público mantiene vivo.
Entonces, Al fondo hay sitio puede seguir pareciendo un déjà vu televisivo que nunca termina. Pero detrás de cada temporada reciclada hay un país que encuentra en sus pantallas un refugio conocido. Y tal vez el verdadero reto no está solo en que la televisión cambie, sino en que nosotros como público aprendamos a pedir más sin dejar de valorar lo que ya amamos.
Sobre Zaleth Vilca
Estudiante de Comunicación y Publicidad. Ilustrador digital y fanático de los musicales (especialmente Hamilton).






