Por Nathalie Oro diciembre 21, 2025

Me sacaron del clóset un viernes 10 de junio de 2022, justo en el Mes del Orgullo. Tenía 16 años y acababa de terminar mi primera relación sentimental con una mujer. Después de la ruptura, mi ex buscó ayuda con la psicóloga escolar. Todo parecía ir bien, pero había un detalle: la psicóloga le insistía en conocer el nombre de la otra homosexual del salón (o sea, yo).

Qué coincidencia que al día siguiente que mi ex soltara mi nombre, me citaran sin previo aviso para conversar con la psicóloga. La charla fue tan buena que terminé llorando como nunca en el consultorio. Me dieron la noticia de que ya habían citado a mi padre para contarle toda la verdad.

Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), esta inseguridad y fragilidad emocional, desde edades tempranas, lleva al colectivo a estar más expuesto a desarrollar un problema de salud mental y a que se prolongue en la edad adulta.  

Un día fui a clases y antes de que acabara el día ya estaba siendo expuesta por una desconocida. No pensaron en el daño que me estaban causando, pues no estaba lista para contar mi verdad. La falta de control sobre cuándo y cómo compartir esta parte fundamental de la identidad personal puede afectar el bienestar emocional y la estabilidad mental a largo plazo. 

El tiempo se me hizo interminable. Solo esperaba que mi papá no me botara de la casa o me diera una gran paliza, como había oído en otros casos cuando los padres se enteran de la orientación sexual de sus hijos. Él solo me abrazó mientras me decía: “no es tu culpa, no llores”. Tenía tanta vergüenza y asco de mí misma que no podía verlo a la cara.

Una pareja heterosexual del colegio fue descubierta de una manera similar a la mía. La diferencia es que la dinámica en el salón no cambió. Se sentaban juntos y se besaban en el paradero sin ningún problema. Y yo me preguntaba, ¿por qué yo no?

En Perú, muchas personas carecen de una comprensión básica sobre la sexualidad, identidad de género y orientación sexual, especialmente después de la aprobación de un decreto que clasificaba a las personas trans como enfermas mentales. 

En cambio, fui hostigada por las tutoras en el salón. Me seguían hasta el paradero y se ponían a hablar frente a clase lanzando indirectas sobre mi caso. Para colmo, amenazaron a mis amigas para que se alejaran de mí: “no se junten con Nathalie si no quieren problemas”. 

El 71% de los peruanos cree que las personas homosexuales, bisexuales y transexuales son discriminadas o muy discriminadas. Sin embargo, a pesar de reconocer esta problemática, siguen existiendo prejuicios y actitudes discriminatorias hacia quienes pertenecen a la comunidad LGBTQ+. Las personas que me hostigaron durante ese tiempo fueron tres mujeres adultas, cuya única responsabilidad debería haber sido enfocarse en mi rendimiento académico, no en mi vida privada.

¿A quién le importa si te gustan los hombres o las mujeres? Es la vida de cada persona, y cada quien decide cuándo y cómo compartir sus preferencias. Las personas heterosexuales no piensan que están decepcionando a sus padres simplemente por quien aman, ni pasan noches en vela debatiendo si deberían revelar al mundo su atracción hacia la persona que les gusta. Esa presión de tener que justificar o explicar a quién amas es injusta y debería ser inexistente.

En Perú, muchas personas carecen de una comprensión básica sobre la sexualidad, identidad de género y orientación sexual, especialmente después de la aprobación de un decreto que clasificaba a las personas trans como enfermas mentales. 

Esto contribuyó a que muchos peruanos etiquetaran a toda la comunidad de la misma manera. ¿Cómo podríamos sentirnos cómodos saliendo del clóset cuando se nos considera mentalmente enfermos? 

En el bimestre siguiente todo estaba olvidado para las tutoras, pero las cosas no volvieron a ser las mismas para mí. La relación con mi padre no es igual. No nos llevamos mal, pero a veces extraño la relación padre-hija que teníamos antes de que se enterara de todo. Me hicieron pasar por un proceso innecesario. La socióloga Rin Reczek afirma que no debemos salir del clóset si no nos sentimos cómodos haciéndolo. Espero que entiendan por qué.

Cuando cuento esta historia a algún amigo, lo hago entre risas y bromas, pero la verdad es que aún siento impotencia por cómo me trataron las psicólogas y por no haberme defendido de alguna manera. 

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Sobre Nathalie Oro

Estudiante de Comunicación y Publicidad. Amante de los gatos, los musicales y la fotografía. Me interesa reflexionar sobre temas de relevancia social y compartir mis ideas al respecto. En mi tiempo libre, disfruto ver series y tejer.

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