
Horacio Zimmermann es una de las voces más reconocidas del periodismo deportivo peruano. Con más de 15 años de trayectoria en medios de comunicación, ha sido testigo directo de la transformación del periodismo tradicional hacia lo digital.
En esta charla, Zimmermann nos cuenta sobre su camino profesional, los retos de adaptarse a la televisión sin experiencia previa, y el valor de la credibilidad en un entorno marcado por la inmediatez y la opinión polarizada.
Has trabajado en prensa escrita, radio, televisión y ahora en plataformas digitales. ¿Cómo resumirías tu camino profesional?
Comencé en El Bocón en 2010. Después pasé a El Comercio en 2012. Luego trabajé en Depor, Radio Ovación, y finalmente en Movistar Deportes desde 2018 hasta 2024. Desde fines de 2022, paralelamente empecé a desarrollar mi propio canal de YouTube. Esa ha sido una etapa muy desafiante y enriquecedora porque pasé de trabajar dentro de estructuras ya definidas a construir una desde cero. Cada medio me dejó una enseñanza diferente: la prensa escrita me dio base, rigor y precisión; la radio me permitió ganar soltura y conectar con la audiencia en tiempo real; la televisión fue el gran salto visual y emocional; y lo digital ha sido mi espacio de libertad y autogestión.
Tu paso a la televisión fue sin experiencia previa. ¿Cómo fue ese proceso de adaptación?
Fue todo un reto. Yo venía de escribir, de trabajar con ideas en el papel, y en la televisión me encontré con la necesidad de comunicar desde lo verbal y también desde el lenguaje corporal. Aprendí que no basta con tener buena información: también hay que saber cómo decirla, cómo moverse ante cámaras. La primera vez frente a una cámara fue extraña. No sabía dónde poner las manos, cómo modular la voz o qué hacer con los silencios. Poco a poco, con observación, práctica y sobre todo humildad para recibir crítica, fui encontrando mi propio estilo. Al final, entendí que la televisión es una mezcla de contenido, presencia y empatía.
¿La radio fue una especie de puente entre la escritura y la televisión?
Totalmente. En la radio uno está obligado a hablar sin pausas, a estructurar los mensajes con claridad y ritmo. Esa experiencia me ayudó mucho cuando llegué a la televisión, donde todo es más visual, pero el contenido sigue siendo central. El lenguaje corporal fue lo que más tuve que trabajar, pues al principio los gestos no salían de forma natural. Parecía que estaba actuando. La radio te obliga a sostener una conversación viva, a mantener la atención sin apoyos visuales. Eso me dio herramientas que luego adapté a la tele, y más tarde a YouTube, donde conviven ambos lenguajes: lo oral y lo visual.
En tus primeros años trabajaste como reportero. ¿Qué valor le das a esa etapa?
Muchísimo. Ser reportero es el «básico 1» del periodismo. Es donde aprendes a lidiar con personas, a preguntar, a insistir con respeto, a leer los ambientes. Hoy todo está a un clic de Google, pero antes construir una agenda requería salir a la calle, conversar, establecer vínculos. Es una etapa que te da calle, intuición y experiencia real. Y, sobre todo, humildad: entender que el periodismo se construye desde la búsqueda directa, no desde una oficina. Las lecciones que me dejó esa etapa las sigo aplicando. Aprendí a escuchar, a tener paciencia, a respetar los tiempos del otro. Eso, en el fondo, sigue siendo el corazón de este oficio.
Ahora trabajas de forma independiente. ¿Cómo empezó tu canal de YouTube?
Comenzó en mi casa, con una laptop, algunas luces básicas y muchas ganas. No hay tal cosa como una «inversión mínima» porque siempre se invierte algo, aunque sea tiempo. Lo importante fue empezar. Al principio estaba solo, grabando y editando. Hoy somos un equipo y eso me permite crecer. Pero lo fundamental fue dar ese primer paso. Al comienzo no sabía si iba a funcionar, si tendría audiencia, si valdría la pena. Pero me centé en la constancia, en mejorar poco a poco el aspecto técnico, en cuidar el contenido. Los resultados no llegaron de inmediato, pero el esfuerzo sí fue constante. Eso hizo la diferencia.
El hecho de tener tu propio espacio no significa que puedas transgredir las reglas del buen periodismo. Al contrario, es una oportunidad para reafirmarlas.
¿Qué te motivó a apostar por este nuevo formato?
Sentí que era el momento de construir algo propio, sin depender de decisiones externas. No quería esperar a quedarme sin trabajo para empezar. Quise hacerlo mientras aún tenía estabilidad laboral, para poder invertir, aprender y crecer de forma progresiva. También quería tener libertad editorial y poder decir lo que pienso con responsabilidad, sin censura. Veía que los espacios de opinión se estaban reduciendo en los medios tradicionales y que la independencia digital era una alternativa real para sostener una carrera. En YouTube, el vínculo con la audiencia es directo, sin intermediarios. Y eso, bien llevado, es muy poderoso.
En uno de tus videos hablaste de la crisis de los medios tradicionales. ¿Qué observaste desde dentro?
Viví una reducción drástica de personal. Entré a un canal con 400 personas y me fui cuando quedaban 10. Esa crisis responde a factores económicos, pero también a cambios de consumo. La televisión ya no tiene el monopolio de la información. Las redes y las plataformas digitales ofrecen alternativas más accesibles, más inmediatas y con alcance global. También noté una falta de renovación interna: muchas veces los medios tradicionales se aferran a fórmulas antiguas y no se adaptan al nuevo ritmo ni al tipo de audiencia que ha cambiado mucho. Esa desconexión afecta tanto la calidad del contenido como el vínculo con el espectador.
¿Crees que el entorno digital ofrece más libertad para los periodistas?
Sí, pero también exige mucha responsabilidad. No se trata solo de opinar: hay que sostener lo que dices con argumentos. El hecho de tener tu propio espacio no significa que puedas transgredir las reglas del buen periodismo. Al contrario, es una oportunidad para reafirmarlas. En el entorno digital puedes construir tu comunidad, tu estilo y tu identidad, pero también debes responder ante una audiencia que está muy atenta a los errores. Es un espacio más libre, pero también más exigente si quieres mantener la credibilidad.
Has trabajado con figuras reconocidas del periodismo deportivo. ¿Qué rescatas de esas experiencias?
Muchísimo. He aprendido de todos: de colegas en televisión, como Pedro García o Diego Rebagliati, pero también de jefes y editores en prensa escrita. Cada uno aporta algo: estilo, rigor, creatividad, forma de pensar. A veces los nombres menos conocidos son los que más te enseñan. El trabajo en equipo ha sido clave en mi formación. El hecho de compartir espacios con personas de diferentes perfiles me obligó a adaptarme, a escuchar, a negociar ideas. Aprendí tanto en redacciones como en sets de televisión, y cada encuentro me dejó una lección. Creo que el periodismo se enriquece cuando se hace de manera colectiva.
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Hoy también trabajas con nuevos talentos en tus espacios. ¿Te sientes un referente?
No me gusta esa palabra, pero sí siento la responsabilidad de dar oportunidades y de crear un espacio donde otros puedan crecer. Así como me ayudaron a mí en su momento, ahora yo trato de hacer lo mismo. Y lo hago con el mismo criterio: esfuerzo, respeto y ganas de aprender. Me interesa generar un entorno de trabajo cómodo, donde cada uno pueda aportar su estilo, pero dentro de una línea de respeto y profesionalismo. Ver crecer a alguien del equipo es una satisfacción enorme.
¿Qué disfrutas más hoy: ver un partido como hincha o comentarlo como periodista?
Comentarlo, sin duda. Me gusta analizar, detectar detalles, construir una explicación. Ya no veo el fútbol solo para emocionarme; lo estudio, lo desarmo. Es otro tipo de disfrute, más cerebral, pero igual de apasionante. Aunque, claro, si es una final de Champions, también la disfruto como cualquier fanático. Comentar es una forma de estar activo, de participar desde otro lugar. Es convertir el partido en una conversación con la audiencia. Me siento cómodo en ese rol.
¿Cómo manejas las críticas en un entorno tan pasional como el del fútbol?
Con mucha tranquilidad. Entiendo que el fútbol es un tema que genera pasiones y opiniones muy polarizadas. Todos tienen su forma de ver el juego, y eso es parte de su riqueza. Las críticas son inevitables, y uno aprende a convivir con ellas. Lo importante es saber diferenciar una crítica constructiva de un ataque gratuito. A veces hay mensajes que ayudan a mejorar, que te hacen ver detalles que quizás pasaste por alto. Otras veces, simplemente hay que dejar pasar. Mientras haya respeto, estoy abierto a escuchar cualquier opinión. Además, hablar de fútbol con tanta gente distinta, desde familiares hasta colegas, te da perspectiva.
¿Has trabajado con casas de apuestas? ¿Qué opinas sobre su influencia en los medios?
Sí, en algún momento trabajé con una casa de apuestas como parte de una colaboración puntual. Pero con el tiempo decidí no seguir asociando mi nombre directamente a ese tipo de marcas. No porque crea que necesariamente comprometan la opinión, sino porque personalmente no me siento cómodo recomendando de forma directa que la gente apueste. Hoy prefiero que, si hay auspicio, sea hacia el contenido como tal, no hacia mí como figura. Creo que es una decisión personal, y cada periodista debe evaluar cómo quiere manejarlo. En mi caso, opté por priorizar mi independencia y mantener un vínculo más neutral.
¿Recibes comentarios de tu audiencia que te marcan?
Sí, muchos. Especialmente en Instagram, donde la interacción es más directa y menos agresiva que en otras plataformas como Twitter. Me escriben personas que me siguen desde hace años, otras que recién me descubren y que valoran el enfoque que le doy a los temas. Hay críticas, sugerencias, mensajes de agradecimiento. Todo eso lo valoro muchísimo. Siempre digo que una buena crítica, formulada con respeto, vale más que mil elogios vacíos. A veces son esas observaciones las que nos empujan a mejorar, a replantear contenidos, a buscar nuevas formas de comunicar.
Para cerrar, ¿qué consejo le darías a un periodista que está empezando?
Que no espere a tenerlo todo resuelto para comenzar. Que empiece con lo que tiene, con pasión, con curiosidad, con ganas de aprender. Este oficio se construye sobre la práctica, sobre la prueba y error. También le diría que sea honesto consigo mismo, que escuche mucho, que no tenga miedo a equivocarse, y que se rodee de personas que lo reten, que lo hagan crecer. Hoy hay muchas más herramientas y espacios para crear contenido propio, así que lo importante es atreverse. Y nunca perder la humildad ni la vocación de servicio que implica informar con responsabilidad.

Sobre Ximena Zevallos
Estudiante de Comunicación y Publicidad. Me apasiona todo lo que tenga que ver con fútbol: verlo, jugarlo, analizarlo.