
Magíster en Política Social y educadora sexual egresada de la Universidad San Marcos. Andrea Falconi (42) pasó 20 años en Brasil antes de regresar a Perú para revolucionar la educación sexual.
En el 2018 fundó Las Vibrantes, un proyecto de educación sexual integral (ESI) feminista y tienda de juguetes eróticos, donde combate tabúes con humor y resalta la importancia al placer femenino. Las vibrantes no es solo una juguetería para adultos: es un espacio seguro para aprender sobre nuestros cuerpos, nuestro derecho al placer y la importancia del autocuidado.
Con una sonrisa contagiosa, Andrea nos invita a conocer el inicio de Las Vibrantes y cómo ayuda a que las mujeres se sientan cómodas consigo mismas. Para ella, el placer es político: nadie debería temerle a su cuerpo.
En 2021 hiciste una encuesta en Instagram en la cual el 80% respondió que llegaba al orgasmo con la masturbación y solo 20% con su pareja. A pesar de la realidad de los resultados, ¿por qué crees que el placer sexual femenino sigue siendo un tabú?
Hay un desconocimiento de la anatomía femenina. El clítoris es clave para el orgasmo y está en la parte externa, pero el enfoque falocéntrico y pornográfico prioriza la penetración. Además, muchas mujeres sienten vergüenza de explorar su cuerpo. Los juguetes ayudan porque son un «tercero» sin juicios. También influye la diversidad anatómica, ya que no todas las mujeres tienen el clítoris en la misma posición, lo que afecta cómo experimentan el placer.
¿Recuerdas tu primer juguete?
Sí. Siempre compraba cosas en Groupon y en una de esas ofertas apareció un vibrador con forma de payaso. Era pequeño y funcionaba con una pila grande. Lo compré, me encantó y me duró un montón. ¡Era feliz con mi payasito! Pero llegó el día en que, con mucha pena, tuve que jubilarlo porque se malogró. Fui a los sexshops de Jirón de la Unión, buscando por todas partes, pero no encontré nada parecido. Todo era muy fálico o, si tenía pilas, eran demasiado pequeños. Encontré uno en AliExpress y, como estaba barato, pedí varios para regalar por navidad a mis amigas. Resultó ser el famoso “vibrador diamante” que sigue en nuestro catálogo, porque le tengo un cariño especial. Lo vendemos a 40 soles normalmente, aunque en ferias lo bajamos a 25 soles.
¿Cuándo comenzaste a identificarte como feminista?
Siempre lo fui, pero no sabía que esa era la palabra. Recién en la universidad, estudiando ciencias sociales, empecé a entender qué era el feminismo. Con el tiempo, al crecer y vivir mi propia experiencia como mujer, muchas cosas terminaron de encajar. Ahora, siento que mi aporte está en ser una persona que busca que otras mujeres se empoderen y se sientan cómodas con sus cuerpos.
¿Cómo reaccionó tu familia con el proyecto de Las Vibrantes?
Muy bien. Tenía mucho apoyo, sobre todo de mi papá, que era super fan. Me ayudaba con las entregas. Cuando yo no podía ir, él entregaba los pedidos y siempre decía “disfruta”. Las chicas me escribían: «Ay, un señor super amable vino a entregarme el pedido». Y yo le decía: “Papá, no les digas que sabes lo que hay ahí». Mi esposo también ha sido un gran apoyo.
¿Cómo integras la perspectiva feminista en tu propuesta de educación sexual integral (ESI)?
El proyecto está dirigido específicamente a mujeres y diversidades. Toda nuestra comunicación está en femenino porque entendemos que la experiencia de las mujeres con el placer es diferente. Si tuviera una tienda para todo público, podría hablar del sexo como si todos ya supieran tener orgasmos o estuvieran listos para probar bondage o juguetes avanzados. Pero la realidad feminista es distinta porque muchas mujeres aún no conocen bien sus cuerpos y otras carecen de espacios seguros para explorarse. Así que, primero trabajamos la conexión consigo mismas, diciendo “mírate en el espejo, tócate y aprende de ti”. Por eso, somos “clitolovers”. Porque el clítoris es un órgano super importante, muy poco estudiado y que no lo conocen muchos. Pero de tanto que lo mencionamos en la página, ya la gente sabe que existe.
¿Cuál es tu propósito con este proyecto?
Que más mujeres puedan descubrirse y empoderarse. Betty Dodson, una activista estadounidense, dijo: “El último eslabón del feminismo es cuando tengamos la misma cantidad de orgasmos que los hombres”. Esa es la verdadera igualdad. Dentro del feminismo, muchas compañeras se dedican a temas de violencia, aborto o igualdad de género, pero el tema de la sexualidad también es importante. Entonces, decidí hablar de eso. Como socióloga, me he capacitado mucho, incluso fuera de Perú, para abordar estos temas con una perspectiva feminista y cuestionar lo establecido.
¿Antes te sentías cohibida de hablar sobre sexo o masturbación?
Sí. Hasta ahora lo siento porque la censura social es muy fuerte. Incluso cuando me preguntan en qué trabajo y digo que tengo una tienda, al principio me da vergüenza, pero la gente suele responder: «qué chévere, quiero saber más». Cada vez siento que hay menos tabú, y muchas personas me escriben para consultas o consejos.
¿Qué has aprendido sobre este negocio? ¿Has reafirmado alguna creencia o tabú que ya sabías?
El proyecto ha sido un proceso paralelo a mi propio aprendizaje. Lo que descubro lo comparto inmediatamente, ya sea a través de posts o conversaciones. También he reforzado que el placer femenino es distinto al masculino: para las mujeres, el deseo es un proceso más largo y no siempre genital. Además, temas como el parto orgásmico [donde estimular el clítoris ayuda con el dolor] siguen siendo tabú porque la sociedad prefiere medicalizar y abrir un vientre, antes que explorar lo natural.
¿Qué obstáculos enfrentaste al comenzar a vender juguetes sexuales?
Las redes sociales son el mayor desafío. Instagram y Facebook censuran contenido explícito, y a veces ocultan o bajan mis posts. También tuve miedo de que cerraran mi página, como le pasó a ForePlay [tienda de juguetes para adultos]. Además, en ferias he enfrentado acoso o burlas, por lo que ahora elijo espacios donde me siento segura.
¿Entonces solo es la censura?
Bueno, hay gente que a veces me manda fotos de sus genitales por WhatsApp. Básicamente son de otros países; aquí en Perú no tanto. Ni siquiera las veo, porque WhatsApp tiene esa opción de que las imágenes solo se abren si tú quieres. Una vez, haters de Mayra Couto invadieron mis redes con insultos por usar el término «cuerpa». Lo manejé poniendo todo en privado. Seguro lo compartieron en algún grupo de haters, porque el ataque fue masivo.
¿Qué criterios usas para seleccionar los productos que vendes?
Más que nada, es la forma anatómica. Muchos juguetes tienen diseños muy abstractos o poco ergonómicos que los hacen incómodos y dificultan su función. Esto ocurre especialmente con artículos importados de Europa o Estados Unidos, que están diseñados pensando en cuerpos más altos que el promedio de las mujeres peruanas. La diferencia física hace que muchos juguetes sexuales resulten demasiado grandes o invasivos para nuestras proporciones corporales. Por eso, al seleccionar productos para mi catálogo, priorizo aquellos con dimensiones adecuadas a nuestra contextura, para garantizar su funcionalidad y comodidad.
¿Cuál es el producto favorito de tus seguidoras?
El conejito es, sin duda, uno de nuestros productos estrella. Muchas personas todavía tienen la idea de que el orgasmo femenino solo se alcanza a través de la penetración, pero la realidad es muy diferente. Por eso, cuando alguien está comenzando a explorar su sexualidad, siempre recomiendo el conejito como una excelente opción para descubrir nuevas formas de placer. Este juguete es ideal para quienes recién empiezan porque combina lo mejor de ambos mundos: estimulación clitoriana y penetración.
¿Y el tuyo?
A mí me gustan los externos.
¿Qué aconsejas a las mujeres que sienten vergüenza de masturbarse?
Primero, que no debería ser una vergüenza porque los hombres lo hacen sin problema. Es tu cuerpo, conócelo y quiérelo. Nos han enseñado a dar amor a otros, pero no a nosotras mismas. Explorarse es parte de ese autocuidado. El amor propio es clave.

Sobre Alessandra Quiñones
Estudiante de Comunicación y Publicidad. Amante del cine, el R&B y los makis. Ser curiosa me impulsa a aprender cosas nuevas y salir de mi zona de confort. De niña quería ser como Hannah Montana; de grande, quiero ser como David Fincher.