Camila Sánchez Por Camila Sánchez junio 18, 2025

Elisa Tokeshi es una cantante y compositora de indie y pop rock de 26 años. Su música se caracteriza por la sensibilidad, la salud mental y los altibajos emocionales. Proveniente de una familia de artistas -su papá es Eduardo Tokeshi y su mamá Luz Letts-, encuentra en la música una terapia y una manera de expresar sus experiencias.

Su primer álbum, Hipersensible, fue lanzado en 2023 y actualmente sus canciones cuentan con más de 2 mil oyentes en Spotify. Estudia Pintura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), formación que le permite incorporar nuevas formas de arte a su expresión creativa. En esta entrevista, Elisa nos habla sobre su identidad, su proceso creativo y cómo la música ha sido un apoyo importante para sanar y comprenderse.

Mantienes una relación muy cercana con tu comunidad. ¿A qué crees que se debe esa conexión? 
Creo que es muy importante para un artista de cualquier magnitud tener una relación con la gente que lo escucha. Yo, por lo menos, estoy muy agradecida con quienes han conectado conmigo. Siento que suelen ser personas muy sensibles, que han pasado por cosas parecidas a mí, y eso nos permite hablar sobre muchos temas. De repente hay algo que puedo aportarles o ellos a mí. 

Sé que el 12 de abril te presentaste en el festival Selvámonos. ¿Cómo fue tu experiencia?
Fue muy cool. Nunca había estado en un festival de esa magnitud, y todo lo relacionado con la producción y la prensa hizo que fuera una experiencia distinta y muy interesante. Normalmente, cuando tengo que presentarme en una fecha importante, suelo estar más nerviosa y, al terminar, pienso que me hubiera gustado hacer las cosas de otra manera. Pero esta vez sentí que todo salió increíble. Aunque no había mucha gente en ese momento, lo disfruté igual.

¿Qué diferencias encuentras entre la etapa en la que producías música como Julieta Azul y la actual como Elisa Tokeshi?
Cuando componía como Julieta Azul, sentía que solo podía hacer música triste. Era un personaje que había inventado en el colegio, una chica melancólica que representaba todo lo que sentía en ese momento. Me refugié en ella en una etapa muy oscura, pero terminó convirtiéndose en una cárcel creativa. Pensaba que, como sufría por mi salud mental, mi arte tenía que ser un reflejo constante de eso. Usar mi nombre real me dio la sensación de estar más desnuda, sin máscara. Recuperé mi identidad y me abrí a más emociones y estilos.

Tocando el tema de estilos. ¿Qué artista nacional te inspira actualmente?
Honestamente, para mí, cualquier peruano que se dedique a la música o al arte en general ya es digno de admirar por lo arriesgado que es. Cuando era adolescente fui a un concierto de La Lá y pensé: “quiero componer”. Vengo de una formación muy orientada al rock, un género muchas veces masculino, por lo que ver a una mujer compositora, sensible y vulnerable sobre el escenario me abrió los ojos. Siempre estaré muy agradecida con La Lá porque, gracias a ella, me animé a componer.

Me parece muy chévere usar el arte como terapia. Es una forma de usar tus emociones como gasolina para crear algo bonito, como si con una varita convirtieras al sapo en príncipe

Cuando enfrentas bloqueos al escribir canciones, ¿qué te ayuda a superarlos?
Siempre dejo fluir mi creatividad al componer, evito obligarme. No me impongo reglas como que la canción deba ser un hit o armónicamente compleja, porque eso suele causarme bloqueos y que abandone temas. Normalmente compongo en un solo día, en un momento de inspiración intensa, y luego la producción se encarga de pulirla. Este año he intentado retomar canciones que dejé abandonadas, dándoles una nueva oportunidad, lo que ha sido positivo para mi proceso creativo.

Entonces, la mayoría de tus canciones publicadas han sido creadas así de rápido. ¡Qué loco!
Sí, muchas de ellas ni siquiera las escribo en un día, sino en dos horas como máximo. Me obsesiono y durante ese tiempo dejo de existir en el mundo. Por ejemplo, tengo una canción que se llama Contigo, que la escribí en 20 minutos porque soñé la melodía. Al crearla entré en uno de esos trances creativos.

Has mencionado en reportajes que todos tenemos una oscuridad. ¿Cómo transformas la tuya en algo creativo?
Es una herramienta que aprendí hace poco. Antes usaba la oscuridad de forma autodestructiva, pero ahora, cuando tengo momentos tóxicos, intento escribir o componer. Algo que hablaba con mi psicóloga es que puedes tener pensamientos feos sobre ti misma, pero una cosa es que se queden en tu mente y otra es que se conviertan en acciones. Por eso, me parece muy chévere usar el arte como terapia. Es una forma de usar tus emociones como gasolina para crear algo bonito, como si con una varita convirtieras al sapo en príncipe.

¿Qué te motivó a compartir abiertamente en redes sociales tu experiencia con la salud mental y el alcohol?
Siempre he sido una persona transparente en las redes sociales, así que compartir mi proceso con el alcoholismo, el Trastorno límite de la personalidad (TLP) y la salud mental fue algo natural. Aunque hay cosas que prefiero reservar por seguridad, hablar de mi experiencia me ha ayudado a sanar y a sentirme menos sola. Ver que mi historia acompaña a otros también me impulsa a seguir compartiendo. Sigo en proceso, no es que ya lo superé todo, pero he aprendido a manejar mi lado oscuro. Me gusta hablar de esos temas porque antes no sentía que tenía referentes cercanos, y ahora, quizás, puedo ser uno para alguien.

Es muy amable lo que dices. ¿Qué impacto tuvo en ti el hecho de que tus padres también sean artistas?
Crecí con una educación súper artística y eso me ayudó a desarrollar habilidades, sensibilidad y una forma de expresarme que es clave para mí. Empecé pintando, luego pasé a la música, y siempre he estado abierta a crear de distintas formas. Mis papás me enseñaron mucho, no solo sobre arte, sino también sobre cómo trabajar de manera profesional. Ver su taller, su orden y su rutina de cerca es muy cool, es un privilegio para mí. 

¿De qué manera tu sensibilidad influye en tu proceso creativo y emocional?
Mis papás siempre me dijeron que la sensibilidad es un arma de doble filo: puedes usarla para hacerte daño o para atacar positivamente un lienzo, una guitarra o una hoja en blanco. Mi forma de usarla es de esa manera, de un solo lado, no contra mí, sino hacia el lado correcto. Vivo con TLP Y eso implica emociones extremas. Tomo medicación que me ayuda a evitar los extremos más intensos, pero sigo siendo muy sensible. No me cierro a expresarlo en un solo aspecto. Esa sensibilidad es parte de mí y constantemente busco donde plasmarla.

En cuanto a la música, ¿hay alguna historia o emoción que aún no hayas plasmado en canción, pero planeas hacerlo?
Una emoción que aún no he explorado mucho en mis canciones es el deseo. Me gustaría escribir más sobre mi sensualidad y mi sexualidad. No sé si en mi estilo actual o en otro género, pero me interesa experimentar. Para eso estoy viva: para probar.

Entonces, ¿estás abierta a explorar cualquier tipo de género de música?
Sí, totalmente. Me encanta la salsa y para mí sería un sueño tener una canción de ese estilo. También me gustaría explorar ritmos más latinos, algo más urbano, o incluso un rock más pesado, tipo metal. Hay tantas posibilidades. Me siento bendecida de poder experimentar tanto haciendo música. Quedarme en un solo género sería muy limitante.

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Camila Sánchez
Sobre Camila Sánchez

Estudiante de la carrera de Comunicación y Publicidad. Me apasiona leer y escribir. Amo tocar la guitarra y pintar.

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