¿Tenía algo que perder la presidenta al presentarse en el hemiciclo? Alguno, y con razones para creerlo, podría haber dicho que no. Luego de pasar los primeros meses de su gobierno sin hacer más que aumentar su desaprobación, Boluarte dio un mensaje aburrido, repetitivo y no terminó de aterrizarlo.
Si bien desde antes de empezar con el mensaje habían personas gritando que no le creían, tenía una oportunidad perfecta para dar un discurso fuerte, por ejemplo, apoyado en su rol como la primera jefa de Estado en la historia del país. Lamentablemente, lo único que recibimos fue una breve mención que, lejos de empoderarla como mujer, terminó haciendo que ese detalle tan importante pase desapercibido.
Para la inseguridad, la preocupación más grande entre los peruanos, su medida más resaltante -y la única en la que los aplausos parecían verdaderamente apoyar su discurso populista- fue decirles a los extranjeros (cuyas nacionalidades no mencionó, para no ser polémica) que tienen hasta octubre para portarse bien o se irán. Sobre el final se contradijo mencionando, para no quedar mal internacionalmente, que busca promover el diálogo para una migración segura y ordenada.
Si el río suena es porque piedras trae. Aquí el río sonó, sonó y siguió sonando por tres horas. Para su desdicha, las piedras las trajeron los manifestantes, quienes en una melodía armonizada por el retumbar de sus pasos le cantaban el contundente rechazo que le tienen, lo ajenos que son a ella. Y ella, con la sordera como blindaje ante lo inminente, prefirió sucumbir ante la tentadora indiferencia.
También disparó a quemarropa contra el gobierno de Castillo, resaltó su incapacidad y no dudó en juzgarlo más de una vez. En medio del discurso de “hice lo que pude con lo que se me dio”, Dina se olvidó que ella no era ajena al golpista de Chota. Se olvidó que dijo que, si él se iba, ella también. Se olvidó que, en medio de esa repartija barata de puestos en el Estado, ella era la vicepresidenta.
Los congresistas, desde su lado, quisieron demostrar que ellos también pueden hacer gala de su incapacidad en los momentos más importantes de la política nacional. Unos encontraban más interesantes sus chats; otros se comieron la película de ser anti sistema y se voltearon mientras la presidenta hablaba; otro, despertando una fusión de sentimientos entre incredulidad, decepción y risa, estaba jugando Angry Birds.
Sobre Gonzalo Alonso Bedoya Ramírez
Hago periodismo para retratar realidades, para contar las historias que los gestos esconden. Como dijo García Márquez, también creo que el deber revolucionario de un escritor es escribir bien.