Por Cristopher Pérez Sánchez junio 26, 2023

Lo más común en estos días es dejar un DM en las redes sociales de la persona con la que buscas comunicarte. Puedes recibir una respuesta casi inmediata, como también ver pasar los días y darte cuenta de que tu mensaje quedó en el olvido. Afortunadamente, mi situación se asemeja al primer caso, mas no fue a través de un mensaje, sino, mediante comentarios que deje en uno de sus últimos posts de Twitter, un espacio al que suelen frecuentar periodistas y escritores para debatir de todos los temas posibles habidos y por haber.

Richard Parra ha escrito obras literarias como Contemplación del abismo, La pasión de Enrique Lynch, Necrofucker, Los niños muertos y la última publicación que lo consagró como el ganador del Premio Nacional de Literatura en la categoría de cuento: Resina. En cada una de sus obras destaca notablemente la marginalidad y la crudeza para darle el desarrollo preciso a la historia, algo normal para una persona que creció durante la etapa del conflicto armado más terrorífico en la historia del Perú.

Leí que iniciaste tus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la PUCP. ¿Cómo viviste esa experiencia?

La Escuela de Ciencias e Ingeniería fue una experiencia muy mala, no estaba ni cerca de ser un buen estudiante, y de un momento a otro mi motivación se fue al suelo. Me gustaba la ciencia, eso sí, hasta el día de hoy. En la universidad empecé en la lectura desde cero, hasta ese momento solo había leído un par de libros que me habían encargado en el colegio. Tiempo después comencé a leer novelas, y allí nace el verdadero deseo, vinculado también con mi amor por el cine. Fue un cambio radical poner la escritura por sobre las ciencias. Inicie como un crítico literario, ahora estoy totalmente entregado a la ficción, específicamente desde el 2007.

Publicaste tu primer libro en 2010, cuéntame cómo fue ese proceso, ¿qué sensaciones tuviste al saber que ya estaba listo para salir al público?

Fue muy satisfactorio saber que había culminado un proyecto, pero al mismo tiempo sentí incertidumbre porque en la literatura hay que llegar a las personas. Cuando publicas algo sabes que estás expuesto a la crítica. Esa primera publicación fue como un rito de paso, bastante accidentada, una experiencia muy importante porque me permitió establecer contactos y un espacio de lectores que me motivaron a publicar mi segundo y tercer libro en una editorial medianamente pequeña de España. En ese momento se combinaron muchos sentimientos, ¿piensas escribir? ¿piensas dedicarte a esto a largo plazo? Incluso para algunos puede llegar a convertirse en un proyecto de vida.

Richard Parra en Nueva York. Fuente: Fotografía de archivo de Richard Parra.

¿Consideras a algún escritor como tu modelo a seguir? ¿Has adaptado el estilo de redacción de algún autor en especial?

Admiraba a escritores como Juan Rulfo, Arguedas y Cesar Vallejo; en ese momento eran como el chip dentro de mí. Cuando empecé a dedicarme a escribir me di cuenta que uno va determinando su estilo por los textos que produce, el estilo es un resultado de esa interacción entre el autor y los materiales que una va recolectando. El último libro que saque – haciendo referencia a Resina – está más enfocado al lado pop y neoliberal, y no es porque el libro tenga esa clasificación, es porque los personajes son así, los personajes exigen ese estilo. El reto era hacer una lectura compleja que introduzca el humor, la crítica política, memorias y la denuncia social. También está presente Hemingway y la época dorada del cine de los cincuenta y sesenta

¿Cómo mantienes la concentración para que tus ideas fluyan?

Tuve que aprender una disciplina de trabajo. Veía como Vargas Llosa o Flaubert trabajaban 12 horas al día, pero yo no me impuse esa tarea jesuítica de obedecer dichos modelos, cree mi método de trabajo. Despertaba temprano, hacia un poco de deporte y desde allí escribía hasta cansarme; lo hacía todos los días porque ya lo comenzaba a ver como una razón de ser. Para escribir debes intentar quitar los factores de estrés que te rodean, pero tampoco voy a decir “Ay, estoy gozando mientras escribo…”. Siempre es bueno crearse un espacio, no llegar al extremo de alquilar la suite de un hotel, pero sí buscar algo de acuerdo a tu economía.

¿Qué características consideras que definen a un libro como un “buen libro”? ¿Una obra que la gente disfrute y que les deje algún aprendizaje?

Tiene que haber un trabajo con el lenguaje, no debe sonar ni académico ni periodístico. El lenguaje debe tener una apertura que privilegie la ambigüedad; mientras que la historia debe hacer eco de un problema amplio como una situación psicológica o traumática, en la que haya varias capas. Hace poco leí una crónica de Marguerite Duras en la que no solo hablaba sobre su método de trabajo, sino también de su alcoholismo, soledad, y de qué cosa es la experiencia de escritura con el cuerpo.

¿Cuál de las publicaciones con las que cuentas hasta el momento se ha convertido en la más especial para ti?

No guardo predilección por ninguno de mis libros, puedo asegurarte que cada obra en su momento fue lo más importante de mi vida dentro de esa instancia. Todo trabaja para el libro, la vida privada, social y económica. Aun así, el primer libro para mí significo mucho porque me abrió las puertas hacia las editoriales, esa fue la única pieza financiada de mi bolsillo.

Richard Parra en Nueva York. Fuente: Fotografía de archivo de Richard Parra.

¿Cómo fue el proceso de financiamiento de tu primer libro?

La editorial con la que trabaje me dijo: “Vamos a cofinanciar el libro”. Ellos se encargaron de la edición, diseño y diagramación que hubo detrás de ese libro. Yo aboné un dinero, alrededor de 500 dólares. De ahí en adelante las editoriales han financiado con sus propios medios mis subsiguientes libros. Lamentablemente las ganancias son muy bajas, únicamente me retribuyen solo el 10% de las ventas; a menos que sea un bestseller. En editoriales grandes si es diferente la cosa, ellos te dan una regalía integral, que es más conveniente que obtener un pequeño porcentaje de la venta de cada libro.

Revisando las publicaciones que tienes noté que el lenguaje escrito que manejas es propiamente peruano ¿Cómo crees que repercute en los lectores que consumen tus obras desde el exterior?

Naturalmente habrá un extrañamiento. Ese tipo de lenguaje local lo aprendí de Juan Rulfo, Arguedas y Guamán Poma; un lenguaje contaminado y enrarecido. He venido trabajando así porque los materiales, los personajes y las situaciones me lo piden. Estoy totalmente convencido que mientras más local es el lenguaje, más universal se convierte. Un idioma sin identidad ni nacionalidad, y mucho menos condiciones históricas se vuelve estandarizado.

¿Cómo lograste conectar la rudeza y el humor en tus últimas obras literarias, y al mismo tiempo conseguir que se sienta natural?

Me parece que este lenguaje es vital para darles mayor realismo a los personajes de mis últimos libros, especialmente en Resina. En realidad, este habla representa lo que es Lima. Luego de regresar de mi estadía por Nueva York empecé a sentir la “chacota”, el “criollismo”, la huella local que está en prácticamente todos los días de nuestras vidas, incluso en un velorio. Estamos acostumbrados a combinar la dureza y el humor.

¿Estás trabajando en una publicación?

Estoy trabajando en una novela que nace de la historia que me contó una amiga. La historia se centra en un caso criminal, acompañado de una trama política y cultura. En este momento me encuentro acopiando materiales para luego redactar el borrador. Cuando ya tienes bien definidos estos pasos comienzas poco a poco a perfilar cada elemento para que se torne pintoresco.

Revise una de tus anteriores entrevistas con RPP ¿Por qué no te autodenominas como un “escritor oficial”?

No porque haya ganado el Premio Nacional de Literatura significa que ya sea “escritor”. En verdad he trabajado en su mayoría con editoriales pequeñas. Mi escritura no está dentro de las tendencias del mercado ni mucho menos encaja en los moldes que se han impuesto en Latinoamérica. Los materiales, el lenguaje y los personajes que empleo se resisten; desde siempre he recibido comentarios diciendo que mi literatura ya quedó en el pasado, que es un modelo dinosaurio. Aun así, sé que hay gente que aprecia mi literatura.

¿Y las críticas?

En este oficio desde el día uno recibes críticas. Si no desarrollas esa habilidad de procesar esas opiniones mejor dedícate a otra cosa. Tú no escribes para los críticos, puede que algunas de ellas sean muy constructivas, pero también hay otras que se dejan de lado. Yo doy el 100% en cada proyecto, eso es lo que realmente interesa.

Autores
Sobre Cristopher Pérez Sánchez

Soy estudiante de Comunicación y Publicidad de la Universidad Científica del Sur. Me considero una persona responsable, puntual y con un amplio entusiasmo para la redacción. Confío en que el esfuerzo y dedicación son la base de un futuro prometedor.

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