Por Ximena López Bustamante agosto 24, 2021

¿Acaso contar bien una historia debe ser sinónimo que esta fue adulterada? ¿Acaso la realidad no supera siempre a la ficción? ¿Hay necesidad, entonces, de maquillarla? Aquí una breve reflexión sobre la corriente del Nuevo Periodismo y su función como umbral entre lo que a simple vista no se ve y lo que realmente sucede.

Antes de empezar, se advierte que, el siguiente artículo no pretende homenajear al Nuevo Periodista, mas sí reafirmar su función como escritor de no ficción en la sociedad. Gay Talese dijo cierta vez algo parecido a:

El trabajo de un escritor de no ficción es dar cuenta de la corriente ficcional que corre en los túneles subterráneos de lo real. Es trabajo para los místicos de la realidad.

Si se parte de la premisa expuesta por Talese, entonces el periodista sería el escritor de la realidad, un místico con poderes divinos sobre el lenguaje, aunque uno sin licencia para inventar la verdad, por supuesto. Sería, si no lo es ya, un devoto del dato comprobable, un testigo activo del acontecimiento noticioso que tiene como única misión contar historias que tengan asidero en la realidad.

El Periodismo Tradicional favorecía el relato de los acontecimientos de un modo reduccionista y un retrato simplista de las personas, pero real, que nutrían frívolamente la historia. Por otro lado, en el Nuevo Periodismo, considerando al periodismo interpretativo, de investigación y de opinión, se agrega el uso de diversas herramientas y técnicas “prestadas” de la ficción para enriquecer la descripción de dichos acontecimientos y personas de la historia.

El Nuevo Periodismo – llamado de este modo por Tom Wolfe en 1960-, combina la importancia de la investigación en el contenido noticioso y la forma adecuada de relatarlo: un cuidado estético- quirúrgico en el uso estético del lenguaje. El matrimonio perfecto entre contenido (qué tenemos para decir) y forma (cómo lo vamos a decir).

Imaginen el cuadro siguiente: ya se olvidaron los prejuicios sobre el periodista tradicional, ese que se queda en la epidermis y no ahonda ni profundiza la causal o el porqué del hecho. En adelante, el cuadro contendrá a un Nuevo Periodista, el cual protagonizará las imágenes venideras.

Se trata, como puede verse, de un actor que busca alejarse del discurso periodístico hegemónico y escribe sus textos de una manera más literaria. Uno que apela a la emotividad sin descuidar la objetividad, que no pretende convencer al receptor, pues no necesita hacerlo, ya que siempre se provee de data verosímil, comprobable, fáctica. En cambio, la pretensión está en seducirlo. Uno que tiene el deber imperativo, casi vital, de contarlo todo, pero contarlo bien.

Fuente: Etiqueta Negra

Entre los años 2002 y 2016, se gestó una cuna de nuevos periodistas en un medio local, bajo el nombre de “Etiqueta Negra”. Se trató de una revista escrita de crónicas y perfiles, difundida a nivel nacional, con Julio Villanueva Chang a la cabeza. Entre sus páginas se podían encontrar textos que, a pesar de ser periodísticos, rompían con la estructura tradicional y no utilizaban la pirámide invertida como base para las historias.

Así lo demuestran, pues no iniciaban respondiendo las preguntas base de cómo, cuándo, dónde, quién y por qué; sino que podía iniciar con el final de la historia, o describiendo alguna sensación del personaje, algún aroma percibido, talvez algún ruido que interrumpió, etc. Rescata la importancia de enganchar, con un buen arranque al lector e ir entreteniéndolo con figuras literarias posteriores usadas en el texto sin que este abandone el corte periodístico.

Entre sus colaboradores hubo nombres como Joseph Zárate, Gabriela Wiener, Juan Manuel Robles, Marco Avilés, Jaqueline Fowks, David Hidalgo y Daniel Titinger, entre otros reconocidos periodistas nacionales, los cuales destacan hoy por hoy en importantes medios internacionales y llevan en su haber más de un libro publicado.

Considerando lo mencionado, no obstante, cabe resaltar que en ningún momento el estilo dejó de lado la profundidad temática de los contenidos. Es un hecho, el periodista come realidad para regurgitar historias.

Sin embargo, ser creativos con la verdad no concede la venia, por ningún motivo, para caer en la trampa del pensamiento mágico y fantasear con lo sucedido por el afán de ponerle vibración a la historia. No, no y no,

En el descenso flotante por el oficio y sus virtudes, se advierte que el Nuevo Periodismo no tiene como fin buscar la paz, aunque no haya tampoco creado la guerra. Asimismo, es obligatorio recordar las múltiples posibilidades que nos ofrece esta corriente periodística en medios digitales. Veamos el caso de la revista física que migró a web hace pocos meses llamada “Buensalvaje” con la dirección del periodista Dante Trujillo.  Un combo magnífico entre literatura y buen periodismo. Este caso demuestra que la extensión ya no es un problema en el mundo virtual, incluso se puede potenciar el texto con archivos multimedia, ya sea fotos o vídeos según su preferencia. Porque tener un límite de palabras para contar una historia es cosa del pasado. En la era digital, la libertad de expresión como de extensión es una realidad que se debe convertir en oportunidad y tomarla.

De manera que, al tocar el suelo firme que es la hoja en blanco, el Nuevo Periodista debe recordar que contar lo que sucede en el mundo, puede transformarlo. Aunque no haya expectativa en ello.


Puede consultar la tesis Nuevo Periodismo en el Perú: Caso Revista Etiqueta Negra (Ximena López, 2021) dando clic aquí.

Autores
Sobre Ximena López Bustamante

Licenciada en Comunicaciones por la Universidad Científica del Sur. Obtuvo el Premio en Poesía de los Juegos Florales de su universidad (2015 y 2016), así como el Premio Fernando Cabieses con el reportaje de investigación «Caso MUNA». Su tesis tuvo el tema “El Nuevo Periodismo en el Perú: Caso revista Etiqueta Negra”.

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