Alvaro Benavente Por Alvaro Benavente abril 18, 2025

Director, guionista y productor de cine. Se encargó de terminar de rodar Yana-Wara (2023), película en la que trabajó con su sobrino Óscar Catacora hasta su muerte en 2021. Yana-Wara (2023) ganó como «Mejor película peruana» en los Premios APRECI al cine peruano 2023 y «Mejor película peruana (primera mención honrosa)» en el 27 Festival de Cine de Lima PUCP. Fue postulada a los Premios Goya y Oscar 2025, pero no pudo quedar entre las nominadas. Esta conversación se realizó en octubre de 2024.

¿Desde siempre te gustó el cine?
Tuve mi primera experiencia con el cine a los 12 o 13 años, porque hasta entonces vivía en una zona rural, donde no había televisión ni mucho menos cine. Estamos hablando de los años ochenta. Cuando me mudé a la ciudad para estudiar secundaria, fue la primera vez que entré a una sala de cine. Me gustó mucho, aunque jamás pensé que podría hacer cine. Es importante mencionar que viví con mi sobrino Óscar Catacora desde que él tenía 10 años, y siempre lo veía pegado a la televisión. De adolescente, Óscar me dijo que era posible hacer cine, pero no le presté atención en ese momento, ya que estaba involucrado en la política. Sin embargo, cuando me mostró un cortometraje que había grabado y en el que también actuaba, me sorprendió tanto que comencé a apoyarlo en sus ensayos cinematográficos. ¿Quién más lo iba a ayudar?

¿Qué opinó su familia al respecto?
Somos una familia bien organizada. Cuando queremos emprender algo, siempre nos apoyamos. De hecho, nuestro equipo técnico estaba conformado por familiares. Por ejemplo, mi hermana, la madre de Óscar, fue nuestra directora de arte. Empezamos con una cámara Sony Hi8 prestada, y con ella hicimos la película El sendero del chulo.

¿Consideras que vives del cine? ¿Se puede?
La respuesta es no y sí. Al tener responsabilidades familiares y perder ingresos al dedicarte al cine, es difícil mantenerte. Sin embargo, cuando alcanzas los objetivos que te has propuesto, como lograr una buena taquilla, sí es posible vivir de ello. En realidad, desde 2018 no hemos presentado nuevos proyectos. Hacemos cine de arte, lo que no genera un retorno económico. Si hiciéramos cine comercial, no transmitiremos los mensajes que nos importan: la cultura, la idiosincrasia, la cognición. Además, tampoco podríamos aspirar a premios como los Goya o los Óscar.

¿Cuál fue el presupuesto de Yana-Wara y Wiñaypacha?
El Estado nos otorgó un fondo de S/400 mil para llevar a cabo el proyecto. Sin embargo, si incluimos la edición y el montaje, el presupuesto se eleva considerablemente. En el caso de Yana-Wara, el presupuesto fue de aproximadamente S/450 mil soles, pero tuvimos que añadir S/50 mil más para cubrir otros gastos.

¿Por qué decidiste hacer Yana-Wara sin música y en blanco y negro?
El objetivo es que el espectador experimente las peripecias que enfrenta la niña Yana Wara. Por eso sugerí a Óscar hacer la película en blanco y negro. El color distrae, y no habríamos logrado el mismo impacto. Además, en nuestra cultura, el color negro simboliza poder, como el de las autoridades comunales o el del demonio Añchanchu, el espíritu maligno en Yana Wara. En nuestra cosmovisión, el negro no representa la muerte. En cuanto al sonido, percibimos el mundo de manera diferente a la de una persona occidentalizada. Si observo una casa de forma unidireccional, no ocurre nada especial, pero si la veo de forma bidireccional, puedo «sentir» la casa. Aplicando ese principio, buscamos que el espectador sienta el entorno del filme: las montañas, los ríos, etcétera. Tampoco es necesario añadir música a mis películas.

Has dicho que el guion de Yana-Wara te daba miedo. ¿Por qué?
El miedo está presente tanto en el espíritu maligno que retratamos en Yana-Wara como en el sufrimiento de la niña. Son temas que no pueden tratarse de manera ligera. En cuanto al espíritu del Añchanchu, merece respeto, y no podemos burlarnos de él. Por eso siempre sentí terror al producir y rodar ese guion. Además, me preocupaba hablar con los padres de la niña que interpretaría a Yana Wara, para decirles que su personaje sería ultrajado en la película. En general, diría que el guion tenía una energía negativa.

¿Qué retos existieron al grabar en una zona altoandina?
No lo llamaría una dificultad, ya que es parte del trabajo. Sin embargo, Yana Wara fue más exigente, ya que grabamos en bofedales y enfrentamos percances al rodar en temporada de lluvias. En una ocasión, la carretera se cerró y no pudimos llegar al lugar del rodaje. Primero íbamos en auto hasta un punto, luego caminábamos una hora y finalmente regresamos a casa. Además, el equipo técnico era totalmente de la región de Puno, excepto por dos compañeros de Lima, quienes afortunadamente no sufrieron mal de altura, a pesar de que estábamos entre 3810 y 4200 m.s.n.m. En Yana-Wara, Óscar solo pudo acompañarnos en tres escenas, el resto del rodaje lo asumí. Por otro lado, pienso que si contrato a un director de fotografía, lo hará a su manera, no a la mía. No conecto mucho con el estilo cinematográfico de Hollywood, siempre trato de componer de una manera distinta. Soy un amante del cine asiático, lo que me ha ayudado a desarrollar mi intuición. Cuando la razón no alcanza, la intuición sí lo hace.

¿Fue satisfactorio grabar Yana-Wara?
No tanto. Lo hicimos para cumplir con el compromiso. Probablemente, el hecho de que mi sobrino Óscar nos deje, fue lo que nos quitó el ánimo. Básicamente, no lo disfrutamos. Fueron más de dos meses de rodaje. Además, teníamos la inversión que nos otorgó el Estado peruano y debíamos culminar el proyecto.

¿Qué proyectos tienes a futuro?
La pandemia ha aplazado bastante nuestros rodajes de Yana-Wara y Los Indomables, por lo que se acumularon y tuve que afrontar los dos proyectos al mismo tiempo. A pesar de todo, se sacó adelante y estamos pensando en estrenar Los Indomables el próximo año.

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Alvaro Benavente
Sobre Alvaro Benavente

Estudiante de Comunicación y Publicidad. Mis pasiones son el canto, la conservación del medio ambiente y el desarrollo personal.

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