Un inmenso cuadro de él mismo con la banda presidencial adorna la pared más visible de un cuarto lleno de libros, ubicado al final de uno de sus largos pasillos. Acompañados de una de sus enfermeras, pasamos hacia el comedor del expresidente sin dejar de apreciar los altísimos techos. En seguida, otro largo pasillo de suspenso implícito recibió a un Pedro Pablo Kuczynski (PPK) cada vez más afectado por el tiempo.
En una espaciosa residencia de San Isidro, el expresidente de 86 años atraviesa en soledad el proceso de investigación preliminar por el delito de lavado de activos.
Recordemos que el 23 de marzo de 2018, Kuczynski renunció a la presidencia luego de un polarizado gobierno de la mano de un Congreso de mayoría fujimorista. Nueve días antes, su esposa tomó un avión rumbo a Estados Unidos y no la ha vuelto a ver desde entonces.
Afrontó detención domiciliaria entre 2019 y 2022. Desde entonces, cumple una comparecencia restringida.
A pesar de las expectativas que nacieron con su elección —se le llamó «gobierno de lujo»—, Kuczynski es uno más de los presidentes procesados por delitos en torno al poder.
Repasemos: Alberto Fujimori, Alan García, Ollanta Humala, Martín Vizcarra, Pedro Castillo y Alejandro Toledo. Todos ellos gobernaron el país en los últimos 25 años y terminaron investigados, sentenciados y/o privados de su libertad.
Kuczynski, hijo de un médico alemán que llegó al Perú en 1936, tuvo poder como mandatario durante casi dos años hasta que dimitió.
Poder que, por cierto, le queda poco.
Poder que se redujo a un pequeño escritorio en la esquina de su comedor, en donde se sienta y empezamos la conversación.
Expresidente, ¿cómo se sintió cuando vio que los resultados a boca de urna lo daban como ganador en el 2016?
Bueno, lo digo en mi autobiografía. Pensé en renunciar porque vi que, como no estábamos consiguiendo suficientes congresistas, haber ganado por un margen pequeño iba a ponerme en graves dificultades como, efectivamente, ocurrió.
¿Fue un error no conseguir la mayoría en el Congreso?
Sí, y no solo fue un error. Con la cifra repartidora y su sistema de repartición de votos en la primera vuelta, se le da más peso a quien gana esa vuelta. Entonces, la gente de Fuerza Popular sacó el 39% de los votos, pero obtuvo el 55% de los congresistas. Mientras que nosotros sacamos en la primera vuelta el 19-20% del voto y solo obtuvimos el 10% de los congresistas. Ese es un sistema que también hay que cambiar.
¿Cómo está llevando su proceso judicial?
El proceso judicial es completamente falso, completamente inventado. Dicen que yo tuve un contrato, pero eso es mentira. Nunca estuve involucrado, no hay nada que me relacione. Fue un excolega mío quien lo hizo y luego lo deshizo, llevándose el contrato a otra compañía. Este proceso es completamente ridículo y no va a llegar a ningún lado, pero me van a hacer perder mucho tiempo y una parte de mi vida. Es muy injusto. Aquí no hay justicia, como lo sabe cualquier ciudadano de a pie. La justicia la tiene el que tiene dinero, el que puede pagar abogados, el que tiene los medios para sobrevivir. El que no tiene dinero, no tiene acceso a la justicia. Así de simple es la cosa.
¿Considera que hay intereses de por medio?
En cualquier país hay intereses políticos, pero aquí están desmedidos y la carrera judicial está muy venida a menos. Estamos viendo fiscales que, en realidad, no han sacado buenos exámenes o que tienen grados de universidades que ya no existen, como Alas Peruanas, por ejemplo. Otros incluso han comprado sus títulos. Eso es… es un caos.
Cuando usted asumió la presidencia, muchos peruanos se llenaron de ilusión y esperanza por todo lo que -creían- venía para el país. Luego de estos años y de todo lo que ocurrió, ¿considera que quedaron promesas pendientes?
Muchas promesas pendientes. Estoy escribiendo un libro ahora sobre los grandes proyectos que necesita el Perú para salir adelante, y hay que hacerlo ya, porque el bono demográfico —una población que todavía es joven y crece— se está acabando. Las familias tienen menos hijos, así que necesitamos prolongar un poco esa situación, y eso se logra con dos cosas: educación y, sobre todo, vivienda. En el Perú, la gente no vive bien. Especialmente en Lima, donde las condiciones son insostenibles. El tráfico es terrible y las distancias son enormes. Por ejemplo, viajar de norte a sur en ómnibus puede tomar hasta dos horas y media. Lima se ha vuelto una ciudad invivible. Esto lo tenemos que ir mejorando con inversión en vivienda e infraestructura. Y la plata la tenemos, hay mucha plata… pero no está bien dirigida.
Luego del desequilibrio que trajo consigo, ¿realmente no considera que el indulto a Alberto Fujimori fue un error?
Creo que, ciertamente, el timing del indulto fue un error. Debí haber esperado a que el Papa viniera a Lima y haber consultado el indulto con él. Así habría tenido una especie de bendición superior. Pero había mucha presión, querían que saliera de la cárcel ya. Eso fue un error; debí haber esperado y él habría salido en ese momento. A mí me parecía que ya había cumplido lo más importante de su sentencia, que eran 13 o 14 años. Me pareció que las acusaciones no eran del todo claras, en el sentido de que no se le atribuían responsabilidades directas, sino responsabilidades indirectas. No digo que fuera un santo, eso no. Lo que digo es que su condena fue excesiva. Estuvo encarcelado desde 2005 hasta que yo lo solté en 2017, y luego lo volvieron a encarcelar por 8 años más. Él acaba de morir a los 86 años, la misma edad que tengo yo. Hubiera podido pasar los últimos 10 años de su vida en tranquilidad, pero solo tuvo 8 meses de tranquilidad. Ahora, que hubo abusos en la lucha contra Sendero Luminoso, no lo dudo: fue una lucha terrible. Sin embargo, ha habido abusos de varios lados, y muchos policías y miembros de las Fuerzas Armadas han sido condenados. Algunos todavía tienen condenas pendientes 30, 40 o 50 años después de los hechos, y eso no es correcto.
¿Se arrepiente de haber postulado a la presidencia del Perú?
Debería arrepentirme, pero yo no me arrepiento. Tengo una visión de lo que había que hacer. Me faltaron los instrumentos para llevarla a cabo, pero la visión es correcta y persisto en ella.
¿Cómo describiría al Perú en una palabra?
El Perú es una oportunidad y no hay que perderla.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
Creo que eso del legado y ser recordado no es importante. Lo que realmente cuenta es lo que uno deja atrás para quienes vienen. El Perú es un país que podría mejorar su futuro de manera tremenda, ya que somos muy ricos en recursos naturales y tenemos gente muy emprendedora. Sin embargo, enfrentamos grandes obstáculos. El gobierno está empeñado en impedir que el país progrese, aunque no lo dice. Esto se demuestra por una serie de intereses, como los que están en el Poder Judicial.
Expresidente, ¿podríamos realizar una dinámica?
Sí, claro.
¿Qué le parece si le doy el nombre de un político y usted lo describe en una palabra?
Bueno, intentemos [risas].
Alejandro Toledo.
Qué lástima.
Martín Vizcarra.
No sé quién es.
Mercedes Aráoz.
Una muy buena profesional.
Keiko Fujimori.
Ojalá encuentre la paz.
Alberto Fujimori.
Ya está en paz. Hizo muchas cosas buenas por el Perú y otras malas.
Dina Boluarte.
Le deseo lo mejor.
Finalmente, Pedro Pablo Kuczynski.
Ahí vamos [risas].
Sobre Gonzalo Alonso Bedoya Ramírez
Hago periodismo para retratar realidades, para contar las historias que los gestos esconden. Como dijo García Márquez, también creo que el deber revolucionario de un escritor es escribir bien.