Por Nataly Rosado septiembre 14, 2024

 Las periodistas deportivas son acosadas, discriminadas y menospreciadas, delante o detrás de cámaras. “Los [ataques] más habituales van relacionados con el físico y el género, y algunos con connotaciones sexuales, como qué habré hecho con mis jefes para que me dejen publicar”, dijo Anaïs Martí periodista deportiva de La Vanguardia.

Le pasó a Alexandra Hörler, quien fue ofendida en varias ocasiones en vivo por su colega Gonzalo Núñez cuando trabajaban juntos en el programa Exitosa Deportes. La peor, probablemente, fue cuando Núñez, célebre machirulo, hizo referencia al cuerpo de Hörler de una forma grosera.

No ha sido el único caso. “Un futbolista quiso darme una entrevista a cambio de que saliéramos a cenar”, declaró la periodista Nair Aliaga en una entrevista. Hace unos años, el periodista Jimmy Pulido fue despedido por acosar a Andrea Closa, reportera de RPP, durante un entrenamiento de la selección peruana. Historias así abundan.

Lo cierto es que no solo las periodistas deportivas sufren estos ataques, sino también las aficionadas.

Permítanme hablarles desde mi experiencia.

He sido aficionada del fútbol desde los 13 años gracias a que mi papá me lo inculcó. No lo practico, pero disfruto la pasión y el amor que te brinda este deporte. Mis gustos y conocimientos están en función de lo que he sido testigo desde ese entonces.

Por ejemplo, uno de mis recuerdos más felices corresponde cuando mi equipo se coronó campeón en el estadio de su clásico rival. Fue un momento increíble, una sensación hermosa que recordaré por siempre. Un sentimiento el cual quiero convertir en palabras y transmitirlo a todos los aficionados.

Sin embargo, nunca había sido menospreciada por ser aficionada al fútbol. No hasta hace dos años que empezaron los comentarios y cuestionamientos de cierta gente.

“¿Cuánto sabes tú de fútbol?”

“Seguramente solo te gusta el fútbol por el Mundial”.

“No veamos fútbol con ella porque tendremos que explicarle cada cosa”.

“No creo que sepa tanto como nosotros, es mujer”.

En varias ocasiones, personas que consideraba mis amigos me ponían a prueba. Querían menospreciarme por cada mínimo detalle relacionado a mis conocimientos o sentimientos hacia el fútbol. Al inicio lo tomé como broma, pero al ser tan frecuente me di cuenta de lo mal que me hacían sentir. Era cuestionada, menospreciada y criticada solo por gustarme lo mismo que a ellos.

Lo dejaba pasar porque eran mis amigos y porque tal vez no se daban cuenta de lo mucho que me afectaban sus palabras.

Pero un día me cansé y les dije sin mayor rodeo: “sus palabras y preguntas me hacen sentir mal, paren”.

Dijeron que pararían, pero lo siguieron haciendo.

Ahí me di cuenta de que el menosprecio y la discriminación no solo viene de gente desconocida, sino también de tus propios amigos. También comprendí que debes armarte de valor y ser firme.

No debí aguantar el menosprecio que me hacían sentir, ni dejar que sus amigos me hagan sentir así. De hecho, lograron que dude de mí misma y me cuestione si estaba bien que me guste tanto este deporte, pero el amor que tenía hacia mis ídolos del fútbol me permitió darme cuenta de que este deporte es para todos, más allá del género.

Hoy mi entorno es diferente. Mi círculo cercano me respeta y entiende mis gustos. Son personas que no subestiman mi afición y, más bien, hablan sobre ello conmigo. No digo que ya no recibo críticas, claro que las recibo, pues siempre habrá quien crea posible subestimar a una mujer futbolera, pero solo nosotras sabemos la intensidad de nuestro fanatismo, el cual es tan válido como el de los hombres. Respétennos, nada más.

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Sobre Nataly Rosado

Estudiante de la carrera de Comunicación y Publicidad. Me apasiona los medios periodísticos y temas relacionados al periodismo deportivo manejado tanto dentro y fuera de la cancha. Busco una manera de conectar más con temas relacionados al deporte en cualquier aspecto. En mis tiempos libres me gusta entrevistar, compartir información sobre temas de mi conocimiento y el ciclismo.

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