Priscila Llacta Por Priscila Llacta agosto 11, 2025

Hay canciones que nos envuelven y nos transportan hacia otro mundo, mientras que otras nos devuelven a la realidad. Glory Box es ambas. Al escucharla por primera vez, se siente como una canción sensual e incluso parece una exaltación del enamoramiento. Pero al detenerse en su letra, tan lenta y envolvente como su melodía, nos revela una crítica hacia los estereotipos de género, el amor romántico y el rol que las mujeres ocupan en la sociedad.

Para entender mejor la canción, primero hay que conocer a quienes la crearon. Este sencillo pertenece a Dummy (1994), el disco debut de Portishead, descrito por Rolling Stone como una forma de hip hop gótico. El álbum ganó el Mercury Prize en 1995 y fue incluido en la lista de los 500 mejores discos de todos los tiempos. Su impacto fue tan profundo como su sonido.

¿Y si la tristeza de una mujer por el amor tuviera ritmo? Un glory box era, según el diccionario Cambridge, una caja donde las mujeres guardaban ropa y objetos para usar después de casarse, una práctica vinculada al rol tradicional de la mujer como futura esposa. La canción cuestiona la idea de que amar y casarse sean los únicos destinos posibles para una mujer.

Esta carga simbólica no existiría sin el tono exacto que logra Portishead. La banda formada en Bristol en 1991, por Beth Gibbons, Geoff Barrow y Adrian Utley, fue clave en el nacimiento del trip hop, un género musical atmosférico y de ritmo lento, influenciado por bandas sonoras, el funk de los 70 y el cool jazz, y construido a partir de samples.

La base instrumental nace del sample de Ike’s Rap II, de Isaac Hayes, al que se le agregan acordes de paso, arreglos electrónicos y una distorsión radiofónica que suena como si viniera de otra época, cargado de nostalgia.

Glory Box nos sumerge en una atmósfera densa, de misterio, melancólica y seductora. Cada nota, desde la guitarra distorsionada hasta los sutiles crujidos de vinilo, flota en un ritmo lento y repetitivo, en una especie de neblina emocional, creando un ritmo cautivador, sumado a la voz de Gibbons que, casi al borde del susurro, te invita a quedarte en la oscuridad y a sentirla sin miedo.   

Habla del amor, pero no como lo imaginabas. Cuando Gibbons canta “Give me a reason to love you” no suplica por amor o atención romántica como muchos creen. En una entrevista con Independent, explicó que se trata de un reclamo, una pregunta cargada de frustración y cansancio ante los hombres, el amor y la idea de que el valor de una mujer depende de su capacidad de complacer y entregarse al matrimonio. 

Gibbons retrata a una mujer harta de ser cosificada por los hombres como una “tentadora” y les exige hacer algo digno de su afecto. “I just want to be a woman” es la declaración de libertad de una mujer que quiere sentirse dueña de sí misma, de sus emociones y sus deseos.

Glory box no es una cajita feliz, sino un grito disfrazado de caricia. Es una canción que exige que nos sumerjamos en ella, la escuchemos con atención y sintamos lo mismo, porque entre sus capas melódicas y su estética seductora, hay una voz que se alza en representación de muchas mujeres.

Tags:
Autores
Priscila Llacta
Sobre Priscila Llacta

Estudiante de Comunicación y Publicidad, con interés en marketing y la creación de mensajes de valor. Me gusta investigar, tomar fotos, tocar la guitarra y cantar. Fan de los k-dramas y miraculer: puedo ver una serie completa en una noche.

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *