Daisse Mejía Por Daisse Mejía mayo 18, 2025

Carol Hernández es actriz y docente con 20 años de experiencia, especializada en improvisación, además de ser directora de teatro. Licenciada en Publicidad y comunicadora, actualmente se dedica al ámbito teatral y a la creación de contenido digital. Su inicio en la creación de contenido surgió durante la pandemia, cuando aprovechó su tiempo en casa para dar un nuevo uso a sus redes sociales. Hoy tiene una presencia activa en TikTok, donde cuenta con más de 140 mil seguidores. En esta plataforma, aborda temas políticos y sociales, especialmente el feminismo, y suele responder de manera crítica a comentarios negativos.

Eres la creadora de la técnica de improvisación testimonial. ¿Qué te inspiró a crearla?
Soy improvisadora desde hace 21 años. En realidad, la improvisación testimonial vino de casualidad cuando quise hacer un espectáculo de impro con mi pareja que fuera acerca del amor. Ya habíamos visto algunos trabajos de teatro testimonial y dijimos: “Oye, ¿por qué no combinamos un testimonial con la impro?”. Y ahí salió la impro testimonial. Comencé a dedicarme un poco más al tema, investigar más, probar, y tener mi primer espectáculo. Luego vino el tema de los talleres. Investigué con públicos, empezaron las invitaciones, los viajes y así, poco a poco.

¿Cómo crees que se relaciona con el teatro en nuestro país?
La improvisación es un arte joven en el mundo y en nuestro país es aun más joven, no llega ni a los 25 años. Todo el estudio y toda la búsqueda que se hagan sobre improvisación son nuevas aquí. Es una técnica que no existía en el mundo hasta que comencé a investigarla. Es un aporte grandísimo al quehacer teatral en el país. Este año he escrito un libro, y es uno de los pocos sobre improvisación que existen en Latinoamérica, y el primero en el Perú sobre improvisación. Entonces, toda la investigación teatral es un aporte.

Has trabajado en proyectos como Éleo, un unipersonal que fusiona la improvisación con el teatro testimonial, centrándose en los recuerdos familiares y las experiencias del público. ¿Cómo fue el proceso de construcción de esta obra y qué significó para ti?
Después de diez años investigando la improvisación testimonial, mi unipersonal era una búsqueda que tenía muy presente. Comencé a trabajarlo cuando mi abuela fallece en 2016. Investigué su historia, la relación entre los recuerdos y la familia. En 2017 quise intentar hacer mi unipersonal, pero descubrí que estaba embarazada y se me hizo imposible hacerlo. En 2020, cuando quise retomarlo, llegó la pandemia. Entonces, este año ya se caía de maduro y dijimos: “Ya, voy a hacerlo”. Al escribir, me di cuenta de que no solo hablaba de mi abuela, sino también de mi historia familiar, de mi madre, de mi hija, de las mujeres que atraviesan mi familia. Todo partió de una investigación, de saber qué hay más allá.

En Éleo, los objetos y recuerdos juegan un papel fundamental. ¿Cómo logras crear una conexión entre el público y esos elementos?
La investigación parte de objetos propios, míos. Tengo objetos de mi abuela como sus zapatos, sus lentes, sus bordados, y comienzo a investigar las posibilidades del objeto, no solamente como objeto de evocación, es decir, lo que me recuerda. También investigo las posibilidades físicas. No sé, tengo esta caja de mi parlante, de repente puede ser un cofre o un tesoro. Puede convertirse en un ser que habla o en la primera piedra para una casa. Si son objetos como prendas de vestir, tienen aún más posibilidades. Una chalina o un saco pueden ser transformados. Entonces, investigo el objeto desde lo que me evoca como recuerdo, pero también como posibilidades físicas, cómo me permite jugar y cómo el objeto se transforma en la escena.

¿Hay algo en particular que siempre intentes destacar en tus obras?
En las obras testimoniales juego con qué es lo que quiero decir, por qué estoy haciendo esto, cuál es mi porqué, qué es lo que quiero revisar o profundizar, y de qué quiero hablar. A partir de eso, exploro mis recuerdos. ¿Qué es lo verdadero que voy a poner en eso? ¿Qué es aquello que quiero, a nivel de discurso, decir? A nivel técnico, ¿qué quiero mostrar? Pero creo que mis obras se caracterizan por no hacer un drama completamente ni una comedia completamente. Me gusta ir de grises a oscuros. Me gusta jugar mucho con la tragicomedia.

Dado que el machismo está muy presente en diversos ámbitos de la sociedad peruana, ¿cómo ha sido tu trayectoria como feminista en este entorno?
Comencé a ser consciente de mi feminismo después de ser mamá, al tener una hija y al vivir todo lo que atravesamos al parir. Empecé a ver el trabajo de Mariana Palau, quien exploró el enfoque de género y el feminismo mucho antes que yo. Inspirada por ella, durante la pandemia pensé que sería interesante tener un canal de humor feminista y se lo planteé, ya que no había otra persona en quien pensara para comenzar este camino. Me siento invadida e inspirada por su trabajo, ya que plantea sus conocimientos y los pone en teoría, lo que me ha ayudado a afianzar información sobre el feminismo. Antes de eso, relacioné el feminismo con casualidad, al hacer un video sobre otro tema. La gente comenzó a tirarme hate y, al contestar, supe había un tema del cual hablar. No todos los productos que hago necesitan hablar de feminismo, pero sí hacen que me pregunte para qué lo estoy haciendo y qué quiero comunicar.

En la obra Las Insolentes, utilizaste el humor como herramienta para cuestionar el sistema patriarcal. A partir de tu experiencia, ¿consideras que el teatro peruano está abriendo más puertas para discutir temas feministas?
No, no, no está abriendo para nada. El teatro peruano no está abriendo camino. Quienes somos feministas nos estamos abriendo solas al camino. Nadie nos está abriendo nada. Al contrario, nos cierran puertas. Quienes hacemos teatro feminista lo hacemos solas. Abrimos puertas solas, alimentadas de la fuerza de otras feministas que también están abriendo puertas.

En tu carrera como directora de teatro, ¿has percibido que ser mujer ha traído consigo desafíos particulares? 
Desafíos particulares, sí. Creo que, dentro de todo, soy una mujer considerada blanca en algunos entornos, y el capital cultural también me ayuda a tener más privilegios. Pero, aun así, hay cosas que, por ser mujer, aparecen, como el que no me crean que soy directora o el hecho de que tenga que alzar la voz más fuerte para que la persona de luces me escuche. O que, simplemente, cuando trabajas con técnicos, no te creen o esperan la aprobación del actor hombre, o esperan la aprobación del asistente de dirección porque, al ver que es un hombre, piensan que sabe más.

¿Crees que las mujeres tienen suficiente presencia en roles clave del teatro?
Hay presencia, pero igual hay cuotas pendientes. Es decir, la presencia que existe no necesariamente proviene de voces de mujeres que son conscientes de lo que tienen que decir. Puede haber varias mujeres dirigiendo, pero siguen dirigiendo obras que reafirman estereotipos de género. Podemos tener mujeres escribiendo, pero la gran mayoría tiene un enfoque aún conservador. Podemos tener actrices protagonizando, pero siguen siendo las mismas blancas. Entonces, hay un aparente avance, pero creo que el avance que hay es a punta de hacernos espacio, y aún hay mucho por caminar en cuanto a diversidad sexual y racial.

¿Crees que el teatro puede ser un vehículo poderoso para el activismo feminista?
Totalmente, claro que sí. El teatro es una forma de expresión y es un vehículo para transformar discursos. El teatro puede hacer que entiendas mensajes, que aprendas desde otro lado, que escuches. Entonces, el teatro es una forma de decir las cosas. Es arte y te conecta con cosas más allá de la razón. Es un vehículo hermoso para decir muchas cosas.

¿Hay alguna obra o personaje que consideres un claro ejemplo de ello?
Lo que pasa es que lo feminista a veces está desperdigado. Hay una obra que se llama “Permanente incapacidad moral”, que habla de la política desde un punto de vista de enfoque de género. Luego está la obra “¿Dónde están las feministas?», que fue una conferencia informativa, más bien. “Mudarse de sí. (pollito con papas)” dirigida por Nani Pease, quien también tiene trabajos que son feministas o con enfoque feminista.

¿Qué consejo darías a las mujeres jóvenes que quieren hacer carrera en el teatro, pero también desean mantener una postura feminista firme y visible en su trabajo?
Es difícil. Les diría que será bien difícil. Solamente harás las obras que quieres si es que tú mismo las diriges, produces y gestionas. Si no, tendrás navegar por posturas y ver hasta qué punto te traiciona, hasta qué punto tienes que comer y hasta qué punto tu ética se ve comprometida. Si no aprendes a aprender a gestionar y a producir, deberás aprender a negociar y rodearte de gente en la que confías, cuyos discursos son coherentes o intentan serlo, porque equivocarse es algo que va a pasar. Pero saber cuestionar, ver por qué es así y saber ir mejorando, es el camino. No ser infalible, nadie es infalible.

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Daisse Mejía
Sobre Daisse Mejía

Estudiante de Comunicación y Publicidad. Me apasiona la publicidad, la creación de contenido y el mundo audiovisual. Disfruto aportar ideas creativas y participar en todo el proceso detrás de una producción. También me encanta la música y la fotografía.

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